"Dr. Who": 50 años de vagar por la cuarta dimensión

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Grupo editorial diverso que abarca diferentes temas y formatos. La calidad periodística y la diversidad de contenidos son aspectos que definen a las editoriales de Milenio.

Dr. Who
Ciudad de México /

por Martín Bonfil Olivera

Ser fan de Doctor Who en México es ser un nerd entre los nerds (o geeks o frikis). A diferencia de Reino Unido, donde la serie de ciencia ficción más longeva del mundo es toda una tradición, quienes llevamos aquí desde los años setenta obsesionados con las aventuras del doctor a través del tiempo y el espacio somos una minoría bastante discriminada.

¿Quién es el doctor? Al principio, un misterio (en México el programa se llamaba Doctor Misterio). Todo empezó hace 50 años, en un depósito de chatarra. Londres, 1963, 23 de noviembre: un día después del asesinato de Kennedy. La imagen: una cabina telefónica policiaca, común en las calles londinenses, que no debía estar ahí.

Con ese primer episodio, donde el viajero galáctico, acompañado de su nieta y dos maestros terrícolas (a los que secuestró: el doctor inicialmente era bastante gandalla), comenzó la aventura de recorrer el universo en una cabina de teléfono: el Tardis, único elemento constante en las —hasta ahora— 11 vidas que ha vivido el misterioso viajero. Y quizá el más fascinante: mucho más grande por dentro que por fuera (como la perrera de Snoopy), el Tardis es indestructible, inteligente y mantiene un vínculo telepático con el doctor. A muchos es probablemente lo que inicialmente nos fascinó para convertirnos en fans de la serie.

El programa, producido por la BBC, fue un éxito. Mientras el primer actor, William Hartnell, que caracterizó al protagonista como un viejito gruñón, vanidoso y genial (lo vimos en México en los 70) era sustituido por el segundo doctor, Patrick Througton, chaparrito y cómico, nos enteramos que el personaje era un extraterrestre perteneciente a la raza de los Señores del Tiempo, del planeta Gallifrey, del que se exilió. El Tardis que se robó era defectuoso, y nunca podía predecirse dónde iba a acabar en cada aventura.

A lo largo de los años, los muchos acompañantes del doctor han ido cambiando. Y hemos ido conociendo a sus enemigos. Los primeros fueron los daleks, mutantes transformados en criaturas biomecánicas despojadas de todo sentimiento, que se consideran “los seres supremos del universo”. Máquinas de guerra equipadas para cumplir un solo objetivo: acabar con las formas de vida “inferiores” (o sea todas las demás). Pero también, entre muchos otros, los cybermen, soldados mecánicos fabricados a partir de humanos; los guerreros sontarans, y más recientemente los terroríficos weeping angels (¿ángeles llorosos?), que son de piedra… menos cuando nadie los mira.

Mientras tanto, el doctor ha tenido sucesivas encarnaciones (los Señores del Tiempo pueden “regenerar” su cuerpo por completo cuando están al borde de la muerte, con lo que cambia también su personalidad). Jon Pertwee, dandy varado en la Tierra y afecto a aventuras tipo James Bond; el simpático e impredecible Tom Baker y su larguísima bufanda multicolor (lo vimos en México en los ochenta; yo obligué a mi madre a tejerme una bufanda así, que conservo); el joven y rubio Peter Davison, aficionado al cricket; el antipático Colin Baker, de pésimo gusto en el vestir, que recordaba al primer doctor, y el curioso Sylvester McCoy, con quien la serie, venida a menos, fue suspendida en 1989.

Una película para televisión, de 1996, presentó una nueva encarnación del doctor: Paul McGann. Pero fue hasta 2005 que el programa regresó, con una exuberante producción y mucha propaganda, a las pantallas de tv de Reino Unido y del mundo. Ha habido tres encarnaciones en esta “nueva era” de Doctor Who: el aventurero Christopher Eccleston, el galán David Tennant, de tenis y traje, y el actual doctor, Matt Smith, con su infaltable corbata de moño (“bowties are cool”). Además de mucho mejores efectos, hoy tiene argumentos de sorprendente profundidad, y nos ha presentado personajes tan fascinantes como River Song, el gran amor del doctor, cuya línea temporal va en reversa de la suya, o el capitán Jack Harkness, proveniente del siglo 51, primer héroe abiertamente bisexual de la televisión (su éxito fue tal que tuvo su propia serie, Torchwood, también de la BBC).

El 50 aniversario traerá una celebración global, con un capítulo especial (“El Día del Doctor”) que se transmitirá simultáneamente en todo el mundo, y en 3D en salas de cine¬. En él se revelarán algunos misterios, como la famosa “Guerra del Tiempo” entre los daleks y los Señores del Tiempo, que llevó a la destrucción de ambas razas y en la que participó decisivamente una encarnación hasta ahora desconocida del doctor, que renunció a serlo para convertirse en un guerrero, y que será interpretada nada menos que por el actor John Hurt.

Hoy, 50 años después, el doctor sigue siendo un misterio. Pero está dejando rápidamente de ser desconocido. Según Álvaro Cueva, en México existe una gran cantidad de fans de la serie. Y seguramente su número aumentará en todo el mundo luego de la magna celebración de aniversario.

Pero seguramente los whovians seguiremos siendo vistos con condescendencia por trekkies y fans de Star Wars, y como bichos raros por el resto de la población. Así sea: yo seguiré disfrutando de esta magnífica serie y soñando con tener la llave para abrir una cabina telefónica y viajar por el tiempo. ¡Felices 50, doctor!

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