Un horror llamado ‘Pink’

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Grupo editorial diverso que abarca diferentes temas y formatos. La calidad periodística y la diversidad de contenidos son aspectos que definen a las editoriales de Milenio.

La cinta no tiene el propósito de informar, sino de caricaturizar y condenar personajes presentados de forma detestable.
Ciudad de México /

EL ÁNGEL EXTERMINADOR

Miguel Cane


Pink es el nuevo filme de Paco del Toro, director de persuasión cristiana fundamentalista que cuenta con una filmografía extensa que incluye títulos notables como Sida: Síndrome de muerte, Cicatrices, dramón matrimonial sobre dos masoquistas cuyas malas decisiones le cuestan la vida a su hijo, y a pesar de tanto veneno de por medio, Dios salva el matrimonio, manteniéndolo unido, y La Santa Muerte, que denuncia el peligro de caer en las sectas que no sean la suya. Sobre esa misma línea incoherente y perversa (más lo último que lo primero) está construida Pink, donde la premisa inicial planteada (y con la que se vende la cinta) por Del Toro, que escribe, dirige y produce, es la de exhibir los riesgos que corren aquellos niños que son adoptados por parejas homoparentales.

El matrimonio gay en cuestión está conformado por un estilista muy estereotipado (Pablo Cheng) y su marido “activo” y “varonil” (Charly el ex Garibaldi y ex de Ingrid Coronado), quienes deciden adoptar un niño huérfano, al cual le han decorado su habitación como si fuera para una niña porque, obviamente, son unos lilos. El matrimonio se define por su amor por la disipación, el alcohol, las drogas recreacionales, y las amistades que tienen igual de caricaturizadas, es decir, vulgares, afeminados y entre ellos, un pedófilo que le echa el ojo al recién adoptado.

Pablo Cheng tiene una hermana, interpretada por Anna Ciocchetti (a la que uno espera se le haya pagado decentemente por hacer este bodrio), casada con Roberto Palazuelos un sujeto disque open mind, que monta en cólera cuando alguien no acepta sus puntos de vista liberales y tienen un hijo que no acepta el estilo de vida de sus tíos y su nuevo primo, porque “son raros”. Al ser alumnos de la misma escuela, esto deviene en que el niño adoptado no sea aceptado en este entorno; sus compañeritos se burlan de él y lo atormentan, aplicándole el consabido bullying. En el frente doméstico, la familia es mostrada como irresponsable y los dos padres son estigmatizados como amanerados (el peor pecado, según Del Toro), promiscuos, infieles, permisivos e ignorantes: Del Toro establece que la conducta afeminada es la manifestación de la homosexualidad, y que ésta es contagiosa como si se tratara de la influenza. El niño adoptado comienza a emular la jotería de Cheng y, como era de esperarse, contagia a su nuevo primito, comenzando por mover el bote a caderas limpio, abusar del maquillaje y pelucas Mi Alegría, hasta caer en el ilícito disfrute de las revistas y películas pornográficas (hay una escena que sugiere que los niños de 10 años terminan teniendo relaciones sexuales, aunque hasta para alguien tan retrógrada y repelente como Del Toro, tal vez sería caer más bajo de lo que ya ha hecho antes). Así es como Del Toro intenta construir su justificación de que la adopción y el matrimonio por gays va a destruir a la infancia y a las familias heterosexuales y cristianamente decentes.

Como nudo de la trama, vemos a Pablo Cheng y Charly demostrar que los matrimonios homosexuales no funcionan porque, según Del Toro, los maricones son promiscuos por antonomasia, y a la mitad de la película, el personaje de Charly se va a vivir con su mamá, aunque llevará premio del que se entera más adelante (Sí, como a Charlie Sheen, le sale “veneno en el pizarrín”).

A Cheng y el chamaco el abandono les viene mal: Él termina metiendo a su cama a cuanto hombre se deje comprar, y el niño sufre, pero eso es lo de menos: Del Toro ya se encargó de volverlo gay, y por lo tanto, es irrelevante lo que a éste le pase. Esta ya no es una historia sobre una víctima infantil, sino una historia de terror sobre depredadores infantiles en las escuelas.

Pero claro, siendo éste un filme cristiano, con un guión escrito por Dios (tal como lo dijo Del Toro en entrevista con Ciro), Cheng encuentra a Dios gracias un taxista y mediante un cruce de palabras y una oración se vuelve cristiano y heterosexual ¡en un segundo! (a manera de flashback nos es revelado que se contagió de homosexualidad al ser seducido por un vecino).

Recordemos que la principal intención de Del Toro no es retratar una realidad o una salvación, sino las consecuencias y el castigo a aquellos que son diferentes, que transgreden y que son un riesgo para la sociedad: Al personaje de Palazuelos se le castiga con un hijo que ha sido infectado de homosexualidad y amaneramiento por parte del otro niño, al grado de enfermarlo de homofobia contra su propio hijo. Mientras tanto, Charly regresa para comunicar a su ex que tiene SIDA, y debe hacerse la prueba. El mensaje de Del Toro es claro: Vas a pagar con SIDA aunque te arrepientas de tu estilo de vida homosexual (pero de todos modos arrepiéntete). ¿Qué será del niño adoptado ahora infectado de homosexualidad? ¡Ese niño ahora es un riesgo para los demás!

La cinta no tiene el propósito de informar, sino de caricaturizar y condenar personajes presentados de forma detestable con el solo propósito de hacer sentir bien al espectador de no ser como ellos, y su mensaje de odio y vergüenza es peor, porque gracias a Cinemex, que la exhibe en exclusiva, llega al mínimo común denominador: la gente ignorante que se cree esta clase de estupidez como cierta. Ese es el verdadero peligro.

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