Más allá de El Tri, Caifanes y Zoé

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'El otro rock'... queda más como una guía para el escucha y deja abierta la posibilidad de continuar con el trabajo a los inconformes.
'El otro rock'... queda más como una guía para el escucha y deja abierta la posibilidad de continuar con el trabajo a los inconformes.
Ciudad de México /

EL ÁNGEL EXTERMINADOR
Silvia Herrera

En su libro ‘El otro rock mexicano’, David Cortés muestra los esfuerzos de varias generaciones de músicos locales por no quedarse en los sonidos convencionales

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Autor de los libros Rock en oposición. El sonido de la revuelta, Los pasos de la vanguardia y coordinador al lado de Alejandro Castillo González de 100 discos esenciales del rock mexicano. Antes de que nos olviden, David Cortés presenta ahora una reedición actualizada de El otro rock mexicano. Experiencias progresivas, sicodélicas, de fusión y experimentales (Grupo Editorial Tomo, 2017; Times Editores, 1999). Como 100 discos esenciales..., El otro rock... queda más como una guía para el escucha y deja abierta la posibilidad de continuar con el trabajo a los inconformes (ya sean músicos y periodistas). “Proscritos dentro de la proscripción”, según la fórmula de Cortés, los músicos convocados en estas páginas, con el progresivo como columna vertebral, demuestran la fuerza creativa de los músicos nacionales a los críticos perezosos y desinformados que ven el rock nacional como un chiste. Entrémosle a la plática.

¿Qué cambios hiciste con respecto a la primera edición?

Solamente añadí un capítulo que se llama “La otra avanzada regia”. Los otros tienen como añadidos la discografía que salió de algunos músicos después de la primera edición. También añadí entrevistas con músicos que no estuvieron en ella como Antonio Zepeda o Luis Pérez; además hay notas de grupos nuevos como Troker, Cabezas de Cera, Govea y Luz de Riada. Todos están insertados en los capítulos originales de la primera edición.

En cuanto a la estructura, no vas en orden cronológico, sino que comienzas con Decibel, que entra en lo que llamamos ‘rock en oposición’.

Lo que pasa es que ellos fueron de las primeras bandas que comienzan a trabajar en este terreno. Uno de los criterios que alimentan el trabajo fue que hubiera material grabado de manera oficial. Pudo haber otras bandas, pero si no hay material solo queda la referencia del nombre como sería el caso de Salón San Cosme, que eran contemporáneos. Pero Decibel, si bien grabó tarde, comienza a trabajar en 1974 y creo que allí hay una ruptura en cuanto a sonido y estética del resto del rock mexicano. Hay ahí una ruptura que puede tener antecedentes en otros trabajos que había que explorar como Las Damas Chinas, pero este fue el grupo que realmente comenzó un proyecto diferente.

Después de Decibel haces un ‘flahsback’ a la etapa final de la Onda Chicana y hablas de Nuevo México como un antecedente del progresivo mexicano.

Exacto, cuando hablo del florecimiento del rock sinfónico hablo de Nuevo México como uno de los pioneros. Mucha gente habla de Toncho Pilatos, pero no creo que haya sido tan determinante; y como Jorge Reyes estuvo con Nuevo México antes de Chac Mool, era una hebra que había que jalar.

El libro queda como la obra de un periodista, pero por sus alcances también te queda lo de historiador del rock mexicano. ¿Sientes la palabra muy pesada?

Es como una responsabilidad que te pones sin darte cuenta. O sea, a lo mejor si me presento como historiador habrá gente que brinque porque no tengo la formación académica, pero sabes que quienes trabajamos en el periodismo hacemos la historia del día a día. En ese sentido, sí me puede quedar lo del epíteto de “historiador”. Además, esto sí es una historia. Hay una documentación y para la primera edición, por ejemplo, me pasé mucho tiempo en la hemeroteca. Otra cosa que cuidé fue la objetividad porque una de las cosas que te encuentras es que los músicos mexicanos tienden a ser muy mitómanos.

Una de las particularidades del rock mexicano es que el paso de la Onda Chicana a Decibel es muy radical, es decir, que el progresivo clásico nos lo saltamos y después lo recuperamos cuando aparece Chac Mool en los 80.

Es cierto, pero esa es una muestra del atraso en que se vivía en el país en ese terreno durante esos años. Cuando aquí se vive el esplendor del rock sinfónico —Chac Mool, Iconoclasta, Caja de Pandora, Nobilis Factum— en el mundo ya había pasado. Obvio, entre Chac Mool y Decibel no hay puntos de comparación, aunque curiosamente sus discos aparecen sin mucho tiempo de diferencia. Y aunque con lo que voy a decir ya me han querido matar, reitero que el primer disco de Chac Mool puede ser un disco esencial en la historia del progresivo nacional, pero es un disco malo. Todo el mundo sabe, menos los que lo hicieron, que tiene muchas influencias, por no decir plagios, de cosas de King Crimson o de Premiata Forneria Marconi. Es un disco que tiene una importancia extramusical por lo que significó su aparición.

Algo que podemos decir es que, como en Europa, los músicos que siguieron el progresivo en México sí tenían una buena formación. ¿Qué crees que les faltó?

Creo que pudo haber faltado apertura de parte de sus profesores, que a lo mejor eran muy rígidos con lo que deberían estudiar. También creo que se ha mitificado lo que sucedía en Europa, pues se pensaba que esa música la escuchaban todos, a Premiata, Le Orme, Can, y no es cierto. El tiempo nos ha ido diciendo que se trataba de escenas musicales muy focalizadas, y que después encontraron la manera de expandirse en el mundo. Y aquí el asunto también es que en esos años no se tenía el equipo para hacer ese tipo de música. Sintetizadores no había.

En ese sentido, estás dando la pauta para que otras personas retomen el trabajo.

De eso se trataría, pero no sé, supongo que les da miedo. Hay la idea errónea de que llegan a tu casa y te dicen: “Usted sabe mucho de este tema, háganos un libro”. Al menos a mí nadie me lo ha pedido así. Si he hecho algunos libros, se debe a que me ha dado la gana. La gente que hizo el libro de los 100 mejores discos... me dio su voto de confianza y aquí estamos; pero eso yo lo tuve que buscar. Si no lo hacemos porque nos nace, nada saldría y de todos modos te reclaman.

Dices que el progresivo fue postergado en un medio donde ya el rock era postergado. Algo que se toca en el libro de modo secundario también es la creación de un público.

Algo que me enorgullece de este libro es haberme acercado a una corriente no muy socorrida en el país, y haberle hecho un documento importante. Hay otros libros que hablan de otras corrientes más conocidas, pero en el progresivo no ha habido otros periodistas que se acerquen a él para generar un público. En radio, por ejemplo, siempre les tocan los horarios más incómodos como en la madrugada, cuando nadie oye nada.

Pero de cualquier modo, ¿crees que ha habido un crecimiento de público en esta música?

Hay bandas que han logrado hacer que el público crezca como Cabezas de Cera, Luz de Riada o Troker, pero no son las más radicales. En cambio hay gente como Germán Bringas y Marcos Miranda, que no lo han hecho, porque son músicos que exigen. Hay futuro porque va a seguir habiendo músicos necios, pero no si no tienen apoyo. No hay futuro tampoco mientras no haya una mejor educación, aunque sé que esto de la música llega a ser considerada de las cosas menos importantes.

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