Las investigaciones a veces derivan en descubrimientos casuales que cambian el enfoque de un trabajo científico, como ocurrió recientemente con especialistas de la Clínica Mayo, cuyos estudios buscaban medir la repercusión de la obesidad sobre tratamiento para el cáncer, pero al final derivaron en un hallazgo inesperado.
El equipo dirigido por Peter A. Cohen, inmunoterapeuta oncológico en la Clínica Mayo de Phoenix, Arizona, observó que dos fármacos comunes para combatir carcinomas ocasionaron pérdida de peso importante en los ratones obesos que analizaban, a pesar de que los roedores seguían comiendo de forma excesiva.
La sorpresa
“Nos sorprendió ver que cuando los ratones con obesidad mórbida recibieron tratamiento, las moléculas no solamente apuntaron contra la tumoración, sino que también tendieron a resolver espontáneamente la obesidad de los animales, incluso sin que dejaran de atiborrarse de una alimentación alta en grasa”, destacó Cohen en un comunicado.
La investigación, cuyos resultados fueron publicados en la edición del 17 de enero de la revista especializada Oncotarget, fue dirigida por el inmunoterapeuta y elaborada con Cheryl Myers, becaria posdoctoral, y Sandra Gendler, inmunóloga de Clínica Mayo.
“Es importante el hecho de que dos sustancias que se emplean en quimioterapia, el metotrexato y la ciclofosfamida, pueden dosificarse para revertir completamente la obesidad sin toxicidad detectable, incluso en ratones sin cáncer”, explicó Myers. De hecho, abundó la investigadora, ambos fármacos están autorizados también para tratar algunas afecciones no cancerosas, como la artritis reumatoide.
“La facilidad con la que los ratones lograron perder peso, hasta sin dejar de consumir calorías de forma compulsiva, contrasta enormemente con la dificultad herculina que los pacientes con obesidad mórbida enfrentan al intentar conservar la pérdida de peso mediante restricciones alimentarias”, añadió Gendler.
Los especialistas resaltaron que todavía es necesario investigar más ambos fármacos para saber si se puede obtener el mismo resultado en humanos que padecen obesidad mórbida.
Encontrar la causa
Según los expertos, la reducción de peso en los ratones no puede atribuirse a explicaciones triviales, como una disminución en la ingesta alimentaria, un mayor gasto de energía o la mala absorción de los nutrientes.
El equipo de Cohen identificó múltiples efectos del metotrexato y de la ciclofosfamida que funcionaron juntos para acelerar la reducción del peso corporal.
Muy parecida a la capacidad tan conocida de la quimioterapia de reducir transitoriamente los precursores de glóbulos rojos y blancos, dichos fármacos mermaron los precursores de células grasas, lo que condujo a una gran disminución en los depósitos de lípidos.
“Eso hizo que las calorías excesivas de la alimentación (de los roedores) tuviesen que ir a algún otro lugar del cuerpo, en vez de dirigirse al hígado”, señaló Cohen.
Myers detalló que “sorprendentemente, el hígado mantuvo un nivel sólido de actividad metabólica durante el tratamiento, pero casi se apagó en la producción de grasa y depósitos de ésta”.
Gendler abundó que “con base en los datos compuestos, parece que el metotrexato y la ciclofosfamida pueden inducir a los hígados de los ratones a quemar la grasa de la alimentación, más que a acumularla excesivamente. Eso deriva en una reducción de peso deseable, en vez de en más obesidad, hasta sin dejar de consumir excesivamente calorías”.
Los investigadores ahora estudiarán cómo estos mecanismos metabólicos pueden ayudar a las personas con obesidad mórbida, ya que teóricamente tienen la ventaja de reducir la necesidad de imponer graves restricciones alimentarias a quienes padecen esa enfermedad.