Los hongos alucinógenos son útiles contra la depresión

Un nuevo estudio científico en pacientes con cáncer indica que la sustancia activa de los hongos alucinógenos ayuda a combatir la depresión y la ansiedad.

La psilocibina contenida en los hongos alucinógenos en útil parta combatir la depresión.
Ciudad de México /

Científicos de la Universidad Johns Hopkins y de la Universidad de Nueva York han descubierto que una dosis de psilocibina, la sustancia activa de los llamados “hongos mágicos” u hongos alucinógenos, disminuyó sustancialmente la depresión y la ansiedad en pacientes con cáncer en fase avanzada.

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Durante los años 50 y 60, diversos estudios médicos estudiaron las propiedades terapéuticas de sustancias psicodélicas como el LSD, la mescalina —presente en el peyote— y la psilocibina. Sin embargo, debido al auge que estas sustancias tuvieron en el marco de la contracultura hippie estadunidense como un elemento para “expandir la conciencia” del público en general, prácticamente todos los estudios serios en este sentido tuvieron que ser suspendidos, en virtud de las estrictas políticas contra las drogas y el desprestigio que hasta hoy rodea a estas sustancias.

Fue hasta 1999 cuando el doctor Roland Griffiths, de la Universidad Johns Hopkins, empezó a llevar a cabo estudios en torno a los efectos de la psilocibina con fines medicinales. Siendo él mismo un practicante de la meditación, el interés en las drogas psicodélicas deriva de su inclinación por el estudio de los estados alterados de conciencia. Y cuando empezó a administrar psilocibina en voluntarios para su investigación, se sorprendió con los resultados: dos de cada tres de ellos calificaron al viaje psicodélico como “una de las experiencias más relevantes de su vida”. De ahí que Griffiths piense que los psicodélicos no sólo serían útiles para conocer los límites de la mente consciente, sino también una poderosa herramienta para combatir condiciones que van del alcoholismo y la drogadicción a estados de estrés postraumático y depresión profunda.

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Además de lo anterior, otro estudio —conducido por Griffiths y Stephen Ross, de la Universidad de Nueva York— comprobó que la psilocibina fue una ayuda determinante en uno de los trances más penosos que una persona puede sufrir: la angustia ante la muerte inevitable. A un total de 80 pacientes con cáncer terminal se les suministró una dosis de psilocibina sintetizada en laboratorio, combinado con terapia psicológica; tras la experiencia, más de las dos terceras partes reportó una importante disminución de la depresión y la ansiedad. Y lo que es más: el alivio permaneció incluso seis meses después de haber ingerido la sustancia. Ahora, Griffiths está interesado en replicar sus resultados con fumadores empedernidos.

“La gente que tomó la psilocibina mostró mucha mayor confianza en su capacidad de modificar su propio comportamiento y controlar sus adicciones —señaló Griffiths en una entrevista concedida a Scientific American—, pues después de una experiencia de este tipo, la gente empieza a preguntarse por qué habría de pensar que no puede dejar de fumar y por qué esa compulsión debería ser tan poderosa como para que no puedan resistirse a ella”. Estos efectos se explicarían, según lo indican estudios neurológicos, por los cambios que suceden en el cerebro en lo que se llama “la red neuronal por descarte”, que es el acomodo neuronal en que se basa nuestra noción del ego; durante la depresión esta red se encuentra hiperactiva, pero tanto cuando uno medita como cuando se encuentra bajo los efectos de la psilocibina, esta red se encuentra en calma. “En última instancia, no se trata sólo de las drogas psicodélicas, sino de empezar a entender los mecanismos cerebrales que resultan afectados por ellas y usar este conocimiento a favor de la humanidad”, concluyó Griffiths.

FM

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