Alexievich, la escritora de las grandes tragedias de la Unión Soviética

La bioelorrusa escribe grandes historias utilizando pequeñas historias, usa sus habilidades de periodista para crear una literatura sobre lo que la gente dice en las calles, sobre el hombre común.

La bielorrusa Svetlana Alexievich, premio Nobel de Literatura 2015.
Jesús Alejandro Sánchez de la Rosa
Ciudad de México /

Svetlana Alexievich escribe grandes historias utilizando pequeñas historias.

Ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015, la bioelorrusa escribe sobre lo que la gente dice en las calles, sobre el hombre común que se enfrenta a la gran utopía, sobre la desaparición de esa utopía y cómo afecta la vida de las personas.

Nació en 1948 en Ucrania, en el poblado de Ivano-Franckivsk, y se mudó a Bielorrusia después de que su padre dejó el ejército. La mayor parte de su vida se desarrolló bajo el régimen soviético, hecho que marcó su obra.

Alexievich estudió periodismo en la Universidad de Minsk. Al término de sus estudios se mudó al pueblo de Beresa, donde trabajo en el periódico local.

Con un estilo que roza las barreras del reportaje y la tradición oral, las voces de sus personajes convergen en una narrativa polifónica, una "novela en voces".

Su obra explora la forma de vida bajo el régimen soviético y los traumas que generó, al mismo tiempo que trata de hacer públicas las voces silenciadas de la mayoría de la población.

En sus novelas habla sobre los suicidios al caer el régimen soviético, la guerra de Afganistán, la explosión nuclear en Chernóbil, las mujeres soldado en la Segunda Guerra Mundial y la vida del "hombre sovieticus"

Su método es siempre el de la entrevista. En "Voces de Chernóbil", Alexievich pasó cerca de 10 años entrevistado a más de 500 personas para poder construir un retrato lo más apegado a la realidad.

Su primera novela "La guerra no tiene rostro de mujer" explora la vida de casi un millón de mujeres soldado en el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial y cómo fueron marginadas de la victoria. La publicación de este libro provocó su despido de la revista literaria Neman, donde trabajaba como jefa de No-Ficción.

Su primer libro marcaría el inició de una vida enfrentada con el régimen político y la censura.

Por la publicación de su tercer libro, "Los chicos del zinc", fue acusada de difamación y en varias ocasiones fue llevada a juicio. La corte le confiscó las grabaciones de sus entrevistas evitando que continuara escribiendo sobre la guerra soviética contra Afganistán.

Con la llegada de Alexander Lukashenko al poder en 1994, sus libros fueron prohibidos en Bielorrusia, se intervinieron sus teléfonos y se le impidió realizar apariciones públicas. En el año 2000 abandonó su país y se exilió en París, Goteborg y Berlín. En el 2011 regresó a vivir permanentemente en Bielorrusia.

Sus libros se han traducido en 28 idiomas. En el 2015 ganó el premio Ryszard Kapuscinski por su novela "Tiempo de segunda mano".

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