“Hay que interrogar lo que ignoramos”: Ruy Sánchez

El autor de 'Los sueños de la serpiente' considera que el galardón es un reconocimiento a la trayectoria, al lugar de donde se proviene y también al que se va: al reto frente a lo desconocido.

“Es un gesto de absoluta generosidad hacia mí, pero al mismo tiempo lo siento como un reto...”
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Este año ya es significativo para Alberto Ruy Sánchez: recibió el Homenaje al Bibliófilo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, celebró los 30 años de la publicación de Los nombres del aire, punto de partida del Quinteto de Mogador, y el lanzamiento de su novela Los sueños de la serpiente.

A lo anterior se suma el Premio Nacional de Artes y Literatura 2017, en la categoría de Lingüística y Literatura, el máximo reconocimiento otorgado por el gobierno de la República mediante la Secretaría de Cultura.

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[OBJECT]“El premio significa la enorme obligación de seguir siendo reflexivo y crítico. Hay una lucidez de la forma en la literatura, lo que aprendí pensando en Octavio Paz, porque la poesía misma tiene un grado de lucidez para pensar al mundo. No puedes ser indiferente a eso y no nada más es la forma literaria contra el mundo: parte del mundo y nos ayuda a pensarlo con instrumentos más útiles”, dice en entrevista para MILENIO.

Escritor, editor, ensayista y amante de los libros, no acostumbra mirar hacia el pasado sino que, por el contrario, se centra en el futuro “a partir de los retos del presente”. Por eso, más allá de preocuparse en hacer ejercicios de memoria para evocar sus inicios en la literatura, prefiere plantear sus preocupaciones para lo que viene: “Cada instante me hace feliz, pero además yo vivo los premios como un regalo que me dan, antes que nadie, los que se juntaron y decidieron que lo merecía, independientemente del mérito. Es un gesto de absoluta generosidad hacia mí, pero al mismo tiempo lo siento como un reto porque la atención pública que ofrece el premio es una responsabilidad.

“La urgencia que tengo, y grande, es lo que voy a ocupar en la novela que estoy escribiendo. La llamo novela por definirla de alguna manera, porque luego no me va a importar si es ensayo o cualquier otra cosa, para la que busco cuál es la fórmula perfecta para contar esta historia y en qué dimensiones, que no están en los ensayos o en otros libros. Voy a explorar, para mí esta búsqueda es fundamental”, explica Ruy Sánchez.

Cómplices en la vida

Hace unos días, Alberto celebró sus 66 años de edad, más de 40 al lado de Margarita de Orellana y alrededor de 30 al frente de Artes de México —en una coordinación conjunta, en equipo, dice el escritor—. Añade: “Lo que no se ha transformado en todos estos años es la atención sostenida sobre ideas y sensaciones que, creo, son cruciales para pensar a México en sus dimensiones todas, pero también para reflexionar sobre el siglo y acerca del mundo.

“Margarita es mi cómplice, mi clave para descifrar buena parte del mundo. Siempre digo que aprendí a bailar para mantener mi matrimonio, por lo cual lo primero que hice fue ponerlo en peligro. Artes de México es el proyecto que le ha dado sentido a nuestra vida en común. A la idea de que lo importante no solo es cómo nos vemos uno al otro, sino cómo, qué vemos juntos.

“Y lo maravilloso es que cada uno de los números es una aventura. Siempre partimos no de lo que ya sabemos, sino de lo que no sabemos; cuando tomo el proyecto del Quinteto de Mogador parto de la ignorancia, no de lo que ya sabía. Para mí eso sigue siendo ley de vida: hay que seguir interrogando lo que ignoramos y también lo inesperado”.

Todo ello se sigue articulando en su manera de entender el mundo, la palabra, la vida: se relaciona de otras maneras con los otros y recibe con el mismo ánimo a David Huerta, mientras se desarrolla la plática, que a los artesanos que decidieron visitarlo para mostrarle unos tenangos, a quienes presta la misma atención.

En ese ánimo está la literatura, la necesidad, por ejemplo, de articular el futuro de su más reciente novela, Los sueños de la serpiente, con dos antecedentes como son Los demonios de la lengua —donde hay una reflexión sobre las paradojas del bien y del mal— y Tristeza de la verdad. André Gide regresa de Rusia, “donde también se explora la banalidad del mal, a través de la intención de hacer el bien, y específicamente de los intelectuales comprometidos.

“Todo esto, que toma forma en Los sueños de la serpiente, me está perfilando a que el personaje que está recordando todo el cuerpo de la novela, va a seguir rememorando, me está dando la base para un ciclo de narraciones”, cuenta Ruy Sánchez, quien reflexiona sobre el Premio Nacional de Artes y Literatura desde dos perspectivas: es un reconocimiento a la trayectoria, al lugar de donde se proviene, y también al que se va: al reto frente a lo desconocido.

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