En tiempos en que la tecnología suple varias actividades de la vida cotidiana, la realidad viene a ponernos sobre la tierra. Eso piensa la bibliotecóloga Verónica Juárez, quien asegura que si bien en los últimos años se habló sobre la posibilidad de desaparecer a las bibliotecas como las conocemos —hay países donde esos espacios ya no tienen libros como objeto—, aún pueden cumplir con otras funciones.
Durante la mesa redonda “¿Son obsoletas las bibliotecas?”, organizada por la Universidad Estatal de Arizona, la especialista llamó a pensar en esos recintos como espacios para “estar”, donde se pueden desarrollar distintas actividades en nuestros días, cuando hablar de cultura puede ser “parte de una sanación que se va a necesitar en el país”.
“Durante el terremoto en Chile las bibliotecas públicas tuvieron un papel muy importante: además de dar información, abrieron sus redes de internet para permitir que la gente pudiera estar comunicada, lo que representa otra manera en que esos recintos responden a las necesidades y se convierten en un refugio”.
Juárez, integrante del Comité Lector de IBBY México, destacó la importancia de que cada biblioteca cumpla con sus objetivos, como las académicas, que deben responder a las necesidades específicas de los estudiantes.
“Las bibliotecas públicas son un lugar para estar, a donde puedes acudir a buscar información, pero también a pensar, una actividad muchas veces mal vista, mientras estas bibliotecas nos permiten recuperar esta parte del ocio que hemos perdido debido a tanta conectividad”.
En la Librería Porrúa del Bosque de Chapultepec, Juárez destacó que uno de los errores más grandes de bibliotecarios y bibliotecólogos es pensar desde una teoría y no entender que quien moldea y modela a las bibliotecas es el mismo usuario.
El futuro
Jim O’Donnell, de la Universidad Estatal de Arizona, resaltó la importancia de las bibliotecas como espacios para curar y preservar la cultura y el conocimiento. Añadió que si en 50 años esos recintos solo se integran de una colección virtual, de cualquier manera no podrán sobrevivir sin la existencia de los bibliotecarios.
“Éstos ofrecen opciones, seleccionan y ayudan a los usuarios a encontrar lo que buscan en un océano de información. En nuestra biblioteca principal los estudiantes cada vez usan menos los libros impresos, pero llegan al edificio mucho más que antes”.
Su convencimiento de la permanencia de las bibliotecas en la era digital se basa en que siempre existirá un material singular y único para resguardar, además de que libros raros y especiales necesitarán un espacio en el que puedan ser vistos y consultados.
“Las bibliotecas no son solo colecciones de libros, sino lugares donde la gente llega para conversar con los otros, en especial porque todas las personas que entran en esos lugares son iguales: tienen acceso a un conocimiento resguardado en esas publicaciones o formatos de lectura”, según O’Donnell.