La bicicleta tiene 200 años de vida y pocos parecen enterados de ese aniversario, justo en un momento en el que se prepara para ser protagonista con su gran carrera del año, el Tour de Francia, que comenzará el sábado precisamente en Alemania, el país de su inventor, Karl Drais.
"No se celebra nada porque no es algo que se conozca", se resigna Claude Reynaud, un historiador 'amateur' francés, que batalla desde hace medio siglo para defender la memoria de la bicicleta, un método de transporte utilizado en todo el mundo.
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En Domazan, muy cerca de Aviñón, Reynaud tiene un museo donde reúne piezas destacadas de la historia de las dos ruedas. "Podría hablar de ello durante horas", asegura Reynaud, autor de varios libros sobre el tema, que vende únicamente en su castillo-museo.
El historiador explica que el 12 de junio de 1817, "por primera vez, un hombre se montó en un vehículo de dos ruedas y salió en ruta", en la región de Mannheim, Alemania.
El responsable fue el barón de Drais. "Descubrió el equilibrio sobre dos ruedas. Como todas las invenciones geniales, es algo que parece fácil, pero alguien tenía que pensarlo", subraya Claude Reynaud.
Los inicios no fueron fáciles. Cuando Karl Drais organizó una exhibición de su invento en el jardín de Luxemburgo en París, en 1818, "fue una catástrofe", cuenta este historiador. "Se veía como algo ridículo, hicieron muchas caricaturas", de las cuales algunas se conservan en su museo.
"Al principio no funcionaba, no llegaba a venderlas, se reían de él", prosigue. "Pero la idea había sido sembrada. La draisiana fue uno de sus primeros nombres tras el bautizo de periodistas franceses.
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Fue precisamente en Francia donde la historia de la bicicleta se aceleró. En 1866, Pierre Lallement añadió un pedal a la draisiana y creó así el velocípedo a pedales. Después llegó la tercera etapa de la revolución del invento, con una gran rueda delantera en relación a la trasera. Pero no era del todo práctico y las caídas eran frecuentes.
Así fue como se llegó en 1885 a la bicicleta con dos ruedas iguales, cuarta y última etapa. "Después sólo hay mejoras técnicas, pero todas las ideas existían ya, los cables de frenos, los pedales, las cadenas...", explica Reynaud.
En su colección, Domazan tiene bicicletas de carreras. "Pero yo prefiero la historia de la bicicleta a las carreras en bicicleta", puntualiza, para subrayar su fascinación por el invento.
Lo único que lamenta este apasionado, que recibe 6 mil visitantes al año en su museo, es no poder contar con una de las últimas draisianas originales, de las fabricadas por el propio barón: "Únicamente quedan cuatro y todas pertenecen a museos nacionales, no se pueden vender, así que no la tendré nunca".
FM