Hace 50 años lo traicionaron, pero hoy el Che Guevara es venerado como un santo. Un guía acompaña a un grupo de turistas a la lavandería más famosa del mundo, en Vallegrande, Bolivia.
"Colocaron aquí el cadáver para que todo el mundo supiera que el Che estaba muerto", explica. "Tenía los ojos abiertos, así que para muchos parecía un santo. Y lo bautizaron San Ernesto".
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El Che fue fusilado por el soldado Mario Terán el 9 de octubre de 1967 en La Higuera, Bolivia. Hoy, sobre la mesa sobre la que se fotografió su cuerpo, hay rosas blancas y las paredes están llenas de rayones con frases como: "Los pueblos del mundo siguen tu ejemplo".
El cadáver del guerrillero, cuya aventura boliviana fracasó y acabó con su vida, estuvo aquí solo dos días, pero eso bastó para cambiar la vida de las 6 mil almas que habitan Vallegrande. Con motivo del 50 aniversario de su muerte se espera un aumento de los visitantes, que en la actualidad suman unos 3 mil 500 al año.
Los restos del Che y de algunos de sus compañeros fueron enterrados junto a la pista del aeródromo local y pasaron 30 años hasta que el esqueleto fue encontrado. Allí se erige hoy un pequeño monumento, otra de las etapas de la visita guiada de Guzmán. Los restos del revolucionario se encuentran, sin embargo, desde 1997 en un mausoleo bastante más opulento en Santa Clara, Cuba.
El 8 de octubre de 1967, el grupo guerrillero del Che fue emboscado en una quebrada y el argentino fue capturado. Al día siguiente, el líder revolucionario fue ejecutado en la escuela del pueblo de La Higuera por orden del presidente boliviano, René Barrientos, que quería evitarse un proceso con la presencia de cientos de periodistas extranjeros y el problema de dónde mantener preso al Che tras la eventual condena.
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El cadáver fue llevado en helicóptero a Vallegrande, donde la exhibición en la lavandería y la imagen de mártir que dio la vuelta al mundo contribuyeron a crear el mito.
La monja alemana Antonia Maria Freude, de 81 años y que trabajaba entonces en el hospital local, relata que Vallegrande nunca había visto tanta multitud junta como en aquellos días. El día que llegó el cadáver, Antonia tenía trabajo en la maternidad. "Pero al día siguiente me levanté temprano a propósito para ir a verlo a la lavandería". Y la impresión fue muy intensa: el pelo revuelto, la barba, los ojos abiertos y el torso desnudo. "Parecía un Cristo", asegura.
¿Qué queda del Che? En cualquier caso, polarización. Para unos fue un asesino que se justificaba con la ideología, para otros un modelo de lucha por un mundo más justo que sigue vigente ante la opresión y la exclusión de un capitalismo sin límites.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, impulsa el culto al Che, mientras que su biógrafo Jorge Castañeda cree que sigue siendo tan popular porque gracias a él se produjo una revuelta cultural en el mundo occidental. "El mundo ya nunca volvería a ser el mismo".
FM