La ciencia forense analiza obras de Shakespeare

Sarah Hainsworth, de la Universidad de Leicester, visitará México para hablar sobre la relación de la literatura del dramaturgo con el crimen.

La especialista participará en el Festival de Novela Negra.
Verónica Díaz
México /

En las casi 40 obras que escribió William Shakespeare ocurren 74 muertes, 30 de ellas causadas por apuñalamiento, método que representa el 40 por ciento de las muertes en la obra del Bardo de Avon.

“Sabemos que en países en los que las armas de fuego no son de fácil acceso, el apuñalamiento es la forma más común de cometer un asesinato. Por lo tanto, la proporción de incidentes de apuñalamiento en las obras de William Shakespeare representa aproximadamente la proporción correcta de muertes en el periodo. William Shakespeare escribió sus obras en una época en la que la ciencia forense existía y permitía a los investigadores descubrir quién era responsable de los crímenes, pero ahora la ciencia ha avanzado hasta permitir descubrir no solo quién fue el responsable del crimen sino cómo sucedió”.

El cálculo mencionado anteriormente fue hecho por Sarah Hainsworth, quien es la directora del Centro de Microscopía Avanzada de la Universidad de Leicester, Inglaterra, quien formó parte del amplio equipo de médicos forenses que descubrió en 2012 el cuerpo de Ricardo III en un estacionamiento de esa ciudad inglesa (sobre las ruinas de la abadía de Greyfriars). La especialista ofrece este recuento a propósito de la próxima visita que realizará a México para participar en el primer Festival Internacional de Novela Negra Huellas del Crimen, donde se abordarán tragedias clásicas como Macbeth, Hamlet y Otelo, entre otras, escritas en el siglo XVII y que fueron quizá una anticipación de lo que ahora conocemos como novela negra.

El British Council México trae a la investigadora a nuestro país, quien tendrá dos participaciones en el festival: primera, en la mesa de discusión Shakespeare y el crimen, que se llevará a cabo el miércoles 15 de junio a las 19:00 en el auditorio del Museo Rufino Tamayo; la segunda será cuando dicte la conferencia magistral Ciencias Forenses y Ricardo III, el día 19 a las 16:00 en el Centro de las Artes de San Luis Potosí.

Pero su visita al país también incluye su presencia en la UNAM, donde el 16 de junio dictará la conferencia magistral Ciencia Forense como parte del Newton Fund.

La especialista adelantó que en Shakespeare y el crimen “hablaré principalmente acerca de lo que la ciencia forense nos permitió determinar acerca de Ricardo III: su dieta, su ADN y sus heridas. Relacionaré estos descubrimientos con la manera en la que Shakespeare retrató a Ricardo III. Pudimos ver cómo algunas de las historias relacionadas con la manera en que murió concordaban con lo que veíamos en los huesos”.

Ricardo III fue el último monarca de la Casa de York; al ser derrotado y asesinado durante la batalla de Bosworth inició el advenimiento de la dinastía de los Tudor, que se encargó de gobernar Inglaterra hasta 1603 y fue ejemplo de una de las monarquías autoritarias bajo las cuales inició la exploración inglesa en América.

Los análisis de los especialistas señalan que el monarca murió el 22 de agosto de 1485, a los 32 años de edad. Apenas tenía dos años de
reinado y luchaba contra los Tudor. Durante la cruenta batalla el rey quedó atrapado en una ciénaga, desmontó su caballo y, en algún momento, perdió su casco de guerrero.

Los enemigos lo rodearon y lo atacaron ferozmente con espadas, dagas y otros objetos punzantes; recibió hasta 11 heridas, la mayoría en el cráneo, de acuerdo con los análisis del equipo forense del que formó parte Hainsworth. Ésta se especializa en analizar cómo las armas utilizadas en el desmembramiento pueden ser identificadas individualmente a través de la huella que dejan, trabajos por los que ha recibido varios premios, entre ellos uno entregado por la Academia Americana de Ciencias Forenses en el año 2015.

Licencia creativa

Si bien lo escrito por William Shakespeare ayudó a comprender la forma en que murió el monarca, esta obra en realidad ofrece una imagen distorsionada de Ricardo III, pues se basó en el testimonio de Thomas Moore, quien ofrecía el punto de vista de los Tudor. Así, retrató al rey como un jorobado malvado, deforme e inacabado, cojo y con un brazo deforme.

“Los huesos de Ricardo III —dice Sara Hainsworth a MILENIO— muestran que tenía escoliosis (desviación) en la espina dorsal, por lo que un hombro pudo haber sido ser más alto que otro. Su deformidad pudo no ser visible debajo de la ropa protectora de la Inglaterra medieval, fabricada con una tela gruesa, pero sus restos también demuestran que los huesos de sus piernas izquierda y derecha son del mismo tamaño, lo que nos dice que cargaba el peso de igual manera en ambas piernas y no hay una evidencia de una cojera ni de una desigualdad en sus brazos. Podemos por lo tanto decir que el retrato de Shakespeare de un Ricardo III deforme no es veraz. Toda su descripción es una licencia creativa”.

Criminólogos

Participantes en la mesa Shakespeare y el crimen:

Bernard Minier, Francia.

Val McDermid, Reino Unido.

Mari Hannah, Reino Unido.

Sarah Hainsworth, Reino Unido.

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