Cientos de investigadores se manifestaron a mediados de febrero en Boston contra el presidente estadunidense, Donald Trump, y por el reconocimiento de la ciencia. Mañana serán miles, puede que decenas de miles, los que salgan a las calles en Washington y en más de 500 ciudades de todo el mundo en países como México, Costa Rica, Argentina, Chile y España para participar en la “Marcha por la ciencia”.
El 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra para recordar, como apunta Naciones Unidas, “que el planeta y sus ecosistemas nos dan la vida y el sustento.
“La ‘Marcha por la ciencia’ es el primer paso de un movimiento global en defensa del papel esencial que juega ésta en nuestra salud, nuestra seguridad, nuestra economía y en nuestros gobiernos. Es hora de ponerse en marcha y marcar la diferencia”. La ciencia es “un pilar de la libertad y el bienestar de la humanidad”, se lee en la convocatoria de los organizadores.
Detrás del movimiento se encuentra un grupo de científicos que se formó a principios de año tras la elección del presidente estadunidense, quien se muestra abiertamente crítico con la ciencia. El grupo creció y actualmente son más 50 mil personas las que se han ofrecido como voluntarias, indican los organizadores.
Trump se refirió al cambio climático como una “invención” y se sabe que en el mejor de los casos ignora a la ciencia, y en el peor, la rechaza abiertamente.
El evento principal de la “Marcha por la ciencia” tendrá lugar en Washington y pasará junto a la Casa Blanca.
Por supuesto, no solo los científicos están invitados a las protestas, y tampoco hay una norma de etiqueta apuntan los organizadores.
“¡Sean creativos! Vístanse como su científico favorito. Si son científicos, vengan con el uniforme de trabajo, con bata, gafas protectoras o estetoscopio, explican.
Sin embargo, no todos los científicos apoyan esta iniciativa. Algunos creen que los motivos son demasiado liberales y de izquierda, y anti Trump. La ciencia no debería politizarse, opinan los críticos.
Otros muchos temen que si se expresan muy abiertamente, en el futuro puedan ver restringida su libertad de investigación y su financiamiento.
La marcha será solo el principio. “No tenemos previsto parar”, dijo a la científica Caroline Weinberg, del comité de organización.