Luego de cuatro décadas dedicadas al periodismo o a la edición de libros, Braulio Peralta vive una etapa en la que apuesta por escribir los libros que a él le interesan o que otros no han querido desarrollar y ejemplifica: hay mucha literatura alrededor del movimiento gay, historias y testimonios, pero la mayor parte ha estado a cargo de psicólogos, psiquiatras, sociólogos o antropólogos.
“Ellos sí se han preocupado por esta parte de la historia personal de los homosexuales o de las lesbianas, de lo que hoy es el movimiento LGBT, pero los historiadores no lo han hecho y hemos sido los gais los que nos hemos tenido que ocupar. Siendo periodista hubiera sido nefando no ocuparme de esto en mis libros —Los nombres del arcoíris y El clóset de cristal—: en México apenas estamos empezando a escribir una nuestra historia”.
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“Por lo que es necesario que se vea a la persona padeciendo esas circunstancias sociales, políticas, sociológicas: todo ese complejo que llamamos mundo y que llamamos ideas. Se ha luchado mucho en el movimiento homosexual por encontrar un espacio para ser respetados”.
Se trata de un libro que tiene un toque histórico, testimonial, de crónica, “que intenta tocar a los espíritus inteligentes”, sobre lo que ha sido la historia del movimiento homosexual mexicano, con datos y nombres de personas que han vivido y han muerto por esta intolerancia, dice Peralta.
“Cuando tenía 18 años de edad, en los años setenta, era una época en la que todo era clandestino, pecado y anormal, no podías decir que eras gay —un término que surge hasta los ochenta—, y apenas se está creando una sociedad gais que intenta luchar por sus derechos, provenientes del movimiento feminista, del hippie, del impulso de Naciones Unidas en 1975 que abre el debate para decir que no es una enfermedad”.
Braulio Peralta considera a Otros nombres del arcoíris como una historia de vejaciones: una trama hasta cierto punto nostálgica, porque los gais de la actualidad no tienen ni idea de lo que vivieron los de los setenta, o lo que vivieron en los ochenta con el Sida “y así nos vamos hacia atrás en este México donde nos sacaron a barrer a las calles cuando los descubrieron en una fiesta en 1941. Aquella visibilidad era vergonzosa y hoy la visibilidad es digimgna”.
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Sin embargo, no se puede hablar sólo del pasado, porque en el presente todavía hay episodios dolorosos: en Monterrey, por ejemplo, hay un plantón de un grupo de homosexuales que tratan de preservar los derechos constitucionales y la autoridad de la Suprema Corte de Justicia, para que los diputados respeten una ley.
“Hablo del ayer y hablo de hoy, del presente, de la lucha de las naciones de Occidente que aún no alcanzan a acatar los derechos que les corresponden, por prejuicio, tabú o religión… no por leyes, sino por designios divinos: la civilidad alcanza al tema homosexual sólo en las grandes ciudades, no es gratuito que allí se creen los movimientos importantes, ni que en ciertas regiones se escuche de los crímenes que se cometen contra la comunidad”.
Pero si hay algo que quiere reflejar este volumen es la valentía de la comunidad LGBT para afrontar la vida cotidiana: la vida frente a sus padres, a sus hermanos, a sus primos “y luego ante la sociedad, para ser lo que quieren ser, lo que les está pidiendo su deseo más íntimo”, enfatizó Braulio Peralta.
AG