El espíritu de David Bowie deambula por el Foto Museo de Cuatro Caminos capturado en las fotografías de David Rock en la muestra Starman. Fotógrafo del músico de 1972 a 1973, el artista británico vivió, entre otros momentos, el proceso de mutación de Bowie en Ziggy Stardust, personaje entrañable de la historia del rock.
"Soy una estrella instantánea; solo agréguenme agua", dijo alguna vez el músico que sacudió al mundo en los años setenta con su personalidad andrógina y la suficiente confianza en su apariencia como para declarar: "¿Qué sabes tú de maquillaje? Eres solo una chica".
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Allí tenemos a Bowie con su saxofón al frente sobre un fondo naranja que resalta su esmirriada figura en un ajustado traje marrón. También está con el vestuario de Ziggy, que es todo destellos, y su tercer ojo. Se puede coincidir con la mirada perdida de El hombre que cayó a la tierra o con su vampírica presencia (¿ausencia?) en El ansia o bien repasar varias instantáneas donde está con amigos como Mick Jagger, Iggy Pop y Lou Reed.
Conocido como "el hombre que retrató los setenta", Rock —en el apellido lleva la fama— también ha realizado fotografías icónicas de Syd Barrett, Lou Reed, Iggy Pop, los Sex Pistols y otras estrellas, además de más de un centenar de portadas de discos. Su obra en coautoría con el rockero, The Rise of David Bowie 1972-1973,(Taschen Books, 2015), ha sido el libro de edición limitada de Taschen que más rápido se ha vendido.
[OBJECT]En atestada conferencia de prensa, Rock recordó a Bowie como un hombre adorable. "Vi todos estos cambios en él a través de mi cámara —dijo, señalando las distintas facetas del músico en sus imágenes—. Fue muy amable conmigo. No todos los grandes artistas son grandes personas. Van Morrison es un gran cantante, ¡pero es un cabrón miserable! David adoraba el mundo y es una tristeza que se haya ido. Su legado equivale a tres vidas, pero me hubiera gustado saber qué otras cosas podría haber hecho de seguir con vida".
Para el fotógrafo, "era una criatura diferente, siempre estaba cambiando. En la exposición se ve con diferentes atuendos, para los que adoptaba una personalidad. Además, la manera en que se veía se reflejaba en su música. En ese sentido era diferentes a los otros rockeros".
Recordó al también actor como un modelo que siempre cooperaba al momento de posar. "¿Qué quieres que haga?", le preguntaba. "Era muy fácil trabajar con él porque era muy alegre y para él todo era un juego. Pero como todo lo que hacía: si lo hacía, lo hacía bien".
Rock afirmó que no dejó de lado la cámara en los ochenta, pero se le sigue llamado "el hombre que retrató los setentas". Confesó que pasó por algunos "problemas químicos" que se solucionaron cuando —dijo con humor— "Dios, en su infinita sabiduría, me dio un golpe en la cabeza y me dijo: 'te voy a dar un par de ataques al corazón para que te endereces'. Fue un tratamiento exitoso".
Sobreviviente de los setenta, a sus 70 años muestra un actitud juguetona, como de eterno adolescente que disfruta hacer señas obscenas o posar con cara de malo. Por supuesto ha seguido fotografiando pero, explica, "hay mucha demanda por este trabajo temprano. Por ejemplo, están las fotos de la época del glam, Queen y, por supuesto, Freddie Mercury o la portada del disco de los Ramones..."
El montaje de Starman se nota improvisado, con algunas fotografías a punto de despegarse y una museografía descuidada. Algo sucedió tras bambalinas, porque minutos antes del recorrido se había dicho que se cancelaría porque no estaban todas las obras, pero luego sí se realizó. En tanto una coctelaitor (como se define a quienes viven de eventos culturales en los que hay copa) le preguntaba a su compañero: "Ésta, ¿nos la podemos llevar?", señalando una copa de cristal en la que sirvieron la cerveza patrocinadora.
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