Quítale lo cursi al 14 de febrero con poemas antirrománticos

En el Día del amor y la amistad se abusa de citas que van del romanticismo a la cursilería y la melcocha más empalagosa.

Ciudad de México /

Además de proliferar el comercio de globos, bisutería, chocolates y baratijas, el 14 de febrero, Día del amor y la amistad, se abusa también de citas y poemas que van del romanticismo a la cursilería y de ahí a la melcocha más empalagosa.

Para variar esa tendencia, reunimos fragmentos de 14 poemas de varios autores, que podrían clasificarse como anticursis.

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1.- Algún día encontraré una palabra que penetre en tu vientre y lo fecunde.

2.- Me doy vuelta hacia tu lado, en el lecho o la vida, y encuentro que estás hecha de imposible.

3.- Un amor más allá del amor, por encima del rito del vínculo, más allá del juego siniestro de la soledad y de la compañía. Un amor que no necesite regreso, pero tampoco partida. Un amor no sometido a los fogonazos de ir y de volver, de estar despiertos o dormidos, de llamar o callar. Un amor para estar juntos o para no estarlo, pero también para todas las posiciones intermedias. Un amor como abrir los ojos. Y quizá también como cerrarlos.

4.- Porque el amor es simplemente eso: la forma del comienzo tercamente escondida detrás de los finales.

5.- Ya sólo chocaron tu cuerpo y el mío como dos pedernales. Al amanecer me sorprendí de que respiraras todavía.

6.- Desgraciado de mí: construí un calabozo para enlazarte. Y en él me he quedado encerrado y gritando por salir de tu pecho.

—Roberto Juarróz

7.- Esta ciudad está hecha a la medida del amor. Tú estabas hecho a la medida de mi propio cuerpo.

—Marguerite Duras

8.- Temí no el gran amor… Fui inmunizada a tiempo y para siempre con un beso anacrónico y la entrega ficticia capaz de simular hasta el rechazo; y por el juramento, que no es más retórico porque no es más solemne.

—Rosario Castellanos

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9.- Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar…

Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

—Oliverio Girondo

10.- Mi amor vale un pelícano. Un tostón de cacahuates que no tienen precio. Mi amor es una de sed, otra de hambre y otra de recontratopes en el portón del mundo. Mi amor es vino, chance bien poco todavía. Chance y a lo mejor no soy más que un campo de futbol sin porterías, un sentimental opaco, con pedorrera.

—Ricardo Castillo

11.- Fundamos la casa en un cuarto piso. Salvo los aviones, nadie vive por encima de nosotros. Ella delimitó sus dominios, no muchos, la casa es chica. No es difícil encontrarse a cada paso, poco a poco dejamos de ser desconocidos. Ella me deja entrar en la cocina, que yo prepare de comer no significa una invasión a su territorio. En la mesa de la sala está mi oficio, desde ahí miro las repisas con los libros y cerca de donde se lee historia universal está la foto de la boda. En ella no me parezco al que soy todos los días, luzco feliz de otro modo, de otro modo del que soy ahora.

12.- Te propongo que hagamos del amor cosa sencilla. Pensemos que debe adquirir una abierta disposición a obedecer. Será necesario acariciarle el lomo, para que aprenda de sus dueños la suavidad del tacto. Dejémosle tranquilo andar por nuestra casa. Tengamos fe. Pero no olvidemos su condición de perro, siempre muerde la mano que lo alimenta.

—Mijail Lamas

13.- La Mandarina de tus labios tu piel, tu piel, mi piel tus ojos y otra vez la piel tus labios, oh tus labios la mandarina de tus labios. Tus piernas, mis piernas, las piernas al son giran, girar los cuerpos, los cuerpos, los dedos, las yemas incendiarias, el compás de los cuerpos, tus ojos y otra vez la piel. Relámpagos en tus ojos oblicuos, los cuerpos, la piel de tu pecho, toda la piel, el estallido del orgasmo y otra vez tu piel, la piel.

—Guadalupe Ochoa

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14.- En la juventud me esmeraba por agradar a mis amantes, y cambiar, conforme cambiaba de hombre, de gusto y de semblante. Pero ahora que sé lo que sé y hago lo que me agrada, si no te gusta cómo soy, te me vas, mi amor, a la chingada.

—José Joaquín Blanco

AG

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