Discos de la semana: enfermos mentales, animales y hip hop

¿Por qué es escuchar un álbum de Pink Floyd en tiempos de Trump? ¿El folk y el blues habían sonado tan melancólicos antes de Aimee Mann? ¿A qué suenan Paul Banks y RZA? Aquí las respuestas.

Mariana R. Fomperosa
Ciudad de México /
Como siempre, para no decepcionar a nadie, les tenemos una sección musical multisabor: la fusión punk-hip hop de Banks & Steelz, la melancolía dee Aimee Mann y el zoológico de Pink Floyd.

  • 'Anything but Words', de Banks & Steelz

Rifs de guitarras adornadas con la particular voz de Paul Banks —vocalista de Interpol— son el complemento perfecto para las rimas de RZA. El resultado es un ritmo muy poco explorado, que une a uno de los mejores representantes del post punk con otro grande del hip hop. Se hace llamar Banks & Steelz.

Su primera producción, titulada Anything but Words incluye colaboraciones con raperos como Method Mad y Masta Killa (“Point of View”) o cantantes de la escena independiente como Florence Welsh, de Florence + The Machine (“Wild Season”), uno de los mejores tracks del álbum.

La propuesta del dúo es perfecta para introducirse en el mundo del hip hop, pues gracias a las vocales y a la labor de Banks en la guitarra se logra un hip hop mucho más melódico. Su particular sonido les valió ser parte del cartel Corona Capital, así que los podrás ver a finales de año en la Ciudad de México.

[@Mariannela]

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  • 'Mental Illness', de Aimee Mann

Aimee Mann es poseedora de una trayectoria envidiable: su carrera ha adquirido la cualidad de los camaleones. Mental Illness (SuperEgo Records, 2017) su noveno álbum como solista, lo confirma. Es, en sus propias palabras, “el más triste, lento y acústico” que ha realizado.

Un disco cuyo engranaje está compuesto únicamente de cuerdas, guitarras, un piano ocasional y elementos mínimos —los más elegantes— de percusión. En 11 canciones, Mann resume un espectro vastísimo de tensiones humanas.

Como otras grandes figuras de la música, intercambió la acartonada academia —había estudiado en Berklee— por una aventura en el punk con la banda Young Snakes. Después avanzó hacia el new wave y fundó, junto al mánager y percusionista Michael Hausman, la banda ‘Til Tuesday.

Fue en los noventa cuando se sumergió en su carrera solista. En 1999, con dos discos bajo el brazo, escribió una serie de exquisitas canciones para la película Magnolia, de Paul Thomas Anderson, por las que obtuvo una nominación al Oscar.

Mental Illness es un álbum en un millón. Uno de esos cuya realización exige la madurez de una vida, o por lo menos buena parte de ella.

[@angelsots]

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  • 'Animals', de Pink Floyd

Quienes no están muy familiarizados con la música de Pink Floyd, seguramente los relacionarán con una obra más comercial como The Wall (1979) o con el emblemático The Dark Side of the Moon (1973). Pero, entre estas dos enormes obras están dos discos en los que se refleja la madurez creativa y el éxito económico alcanzado por el cuarteto —y también se vislumbra el voraz apetito autobiográfico que Roger Waters imprimió en los últimos años de Floyd.

Una de estas obra es la que nos ocupa. Empezando desde la portada, es un álbum lleno de simbolismos: en ella se aprecia la faraónica central eléctrica Battersea Power Station, un ícono de la industrialización del Imperio Británico y, más arriba, un cerdo rosa inflable que cruza el firmamento. Esta porcina aparición preludia la temática que nos aguarda en los surcos del disco: una obra conceptual en torno a la sociedad posmoderna, representada a través de tres animales —cerdos, perros y ovejas.

Hay mucha gente que afirma que Animals tiene, ya desde el título, una fuerte influencia de la novela distópica Animal Farm (Rebelión en la granja), en la que el escritor George Orwell hace una ácida crítica del socialismo, también valiéndose del simbolismo de los animales. Y aquí tres canciones muy largas y complejas dan una visión pesimista sobre un mundo que, desde entonces, adolecía de los mismos males: gobiernos y corporaciones despóticos, deshumanizados cuerpos de choque que mantienen el statu quo, y enormes rebaños de ovejas que hoy en día se debatirían entre la indefensión y la explotación, y la enajenación del futbol o las redes sociales.

¿Por qué escuchar, a exactamente 40 años de su aparición, un álbum como Animals? Además de que musicalmente es una de las mejores —y quizá más intrincadas— piezas del repertorio de Pink Floyd, la principal razón es simple: todo lo que en él se predijo se ha convertido en realidad, incluyendo a un “hombre cerdo” con un mentón regordete que vive en una casa blanca y que es casi una broma, pero en realidad es una vergüenza. Y creo que no tengo que aclarar de quién se trata…

[@fcomasse]


ASS

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