- ‘Forever and Then Some’, de Lillie Mae
Durante los últimos seis años, Lillie Mae ha sido la columna vertebral de la banda que acompaña al músico y productor —y múltiple ganador del Grammy— Jack White en sus conciertos en vivo.
Multinstrumentista, Mae canta, toca la guitarra, la mandolina y el violín. Mae tiene de sorprendente el talento precoz: ha tocado desde los nueve años. A esa edad debutó como la integrante más joven del cuarteto familiar de bluegrass, Jypsi.
Recientemente debutó como solista con Forever and Then Some, producido por White a través de su sello Third Man Records. El disco transpira el country más virtuoso que haya escuchado en años. Canciones como “Wash Me Clean” —el primer sencillo— o “Loaner” revelan que, a los 26 años, es una artista en plena madurez, capaz de combinar con elegancia los elementos del blues y el country, y de cantarle al amor perdido de una forma en la que sólo titanes como Dylan pueden alcanzar.
No obstante, Mae no suma su música a la larga lista de creadores de la gran canción americana: se despega de ellos y entrega su propia versión.
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- 'Moving Pictures', de Rush
Rush es, sin lugar a dudas, la banda con mayor relieve que Canadá ha legado a la historia de rock progresivo. Sus tres integrantes son, individualmente, auténticos virtuosos en cada uno de sus instrumentos: Geddy Lee, con su voz aguda y sus complicadas líneas de bajo; Alex Lifeson, un auténtico artesano de la guitarra eléctrica, y el incontenible Neil Peart, quien es simplemente uno de los mejores bateristas, no sólo del prog rock, sino de entre todos los mortales que se han sentado en un banquillo y empuñado un par de baquetas.
Y en este álbum, de 1981, uno de los tríos más energéticos y eficientes del progresivo estaba en plenitud de facultades: el acto empieza con uno de los mejores lados A que uno podría encontrar: “Tom Sawyer”, una canción compleja y brillante sobre las aventuras del mítico personaje, seguida de la vertiginosa “Red Barchetta”, a la que le siguen una asombrosa composición instrumental lleva de virtuosismo, “XYZ”, y finaliza con la fresca y optimista “Limelight”. Algunos críticos se aventuran a decir que este cuarteto de canciones es, simplemente, perfecto.
Moving Pictures no sólo es, por mucho, el mejor trabajo de Rush: también es uno de los mejores del prog rock —y, para acabar pronto, de todo el panorama del rock—. Si te gusta la emoción fuerte y quieres probar subirte a una auténtica montaña rusa de acordes, melodías y combinaciones, en la que la incontenible base rítmica de Lee y Peart se sentirán como un continuo, pero agradable, golpeteo en tus riñones, simplemente da play o deja caer la aguja… y déjate llevar.
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'Toxicity', de System of a Down
El segundo álbum de estudio de la banda armenio-estadunidense es probablemente uno de los más notables en la historia del heavy metal. Alcanzó triple certificación platino en Estados Unidos luego de vender más de 2 millones 700 mil copias. Muchas de ellas fueron vendidas después de los ataques del 11 de septiembre.
El grupo combina numerosos estilos musicales: desde death metal, thrash, baladas, hasta ritmos orientales. Las canciones del álbum fueron polémicas por sus duras críticas al gobierno, a la sociedad y por tratar temas sensibles como el suicidio, la drogadicción y la religión.
Luego de haber escrito más de 40 canciones —y haber grabado 33— el grupo decidió dejar sólo 14 en la versión final, entre las que destacan "Toxicity", "Chop Suey" y "Aerials", convertidas actualmente en himnos del metal.
Además, canciones como "ATWA", escrita en honor a los pensamientos ambientales de Charles Manson, "Prison Song", "Psycho" y "Bounce", se han convertido en estandartes de SOAD y no dejan de sonar en sus conciertos.
[Rogelio Loredo]
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