El arquitecto Changiz Tehrani piensa que los emojis se convertirán en el ícono más reconocible del siglo XXI, al menos de estos primeros años. A eso se debe que inmortalizara 22 de ellos en concreto y los utilizara para decorar un edificio situado en la ciudad neerlandesa de Amersfoort.
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“En la arquitectura clásica —le dijo Tehrani al portal The Verge— [los creadores] usaban réplicas de la cabeza del rey y las colocaban en las fachadas. Me puse a pensar qué clase de adorno podría usar para que cuando alguien mire ese edificio en 10 o 20 años pueda decir: ‘¡Eso pertenece a aquel año!’”
El edificio está construido con tabiques de concreto y tiene un patrón en cuadrícula en cuyas intersecciones se encuentran los emojis. Es un complejo que incluye establecimientos comerciales, una librería e incluso una escuela.
Tehrani, que trabaja para la firma Attika Architekten, asegura que aunque algunos puristas lo han criticado por plasmar un elemento visual del que nadie se acordará en unos años, la historia ha demostrado lo opuesto: “La gente siempre piensa ‘oh, esto es atemporal’, o ‘esto será recordado por siempre’ y, sin duda, se han equivocado. Tal vez no usemos los emojis en diez años, pero qué importa, aún pertenecen a nuestro tiempo”.
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