“No escribo cartas por sistema, lo hago por impulso”: Velasco

La obra, dedicada al director general editorial de Grupo MILENIO, Carlos Marín, ofrece monólogos donde lo mismo aparecen José José, Chabelo o Enrique Serna, que su abuela Celia o su mamá Alicia.

Jesús Alejo Santiago
México /

Y qué mayor impulso que tener la necesidad de contarle a su madre recién fallecida todo lo que, quizá, no le alcanzó a decir antes de su partida. O el de compartir con un cantante de la noche, como José José, las razones de estar sentado en la cama de un hotel, mientras a unos pasos de él alistan a su novia para el matrimonio.

“En una carta tienes que apostar, decir cosas que, quizá, no deberías. En el momento que hago la carta para mi madre lo hago porque no puedo pensar en otra cosa, tengo la cabeza llena de eso, y estoy pensando en que debo entregar el domingo mi columna, y que mi madre no habría aprobado que, por el pretexto de que ella no está, no hubiera hecho ese texto. Cuando era niño me decía: ‘Eres hombre o ratón’”, a decir del colaborador de MILENIO.

Todo ello se refleja en su más reciente volumen, Entrega insensata. Cartas a la deriva (Océano, 2018), el cual está dedicado al director general editorial de Grupo MILENIO —“A Carlos Marín, por el pacto secreto”— y donde el narrador ofrece “monólogos” donde lo mismo se aparecen José José; Linda Ronstadt; Xavier López, Chabelo; Irma Serrano, La Tigresa, o Enrique Serna, que su abuela Celia, su mamá Alicia o Don Vittorio, su perro.

“Habrá quien me diga, con mucha razón, ‘¿no es mucho balconearte?’. No importa, porque no estoy vendiendo heroína, no tengo mucho de qué avergonzarme. A mis padres y a mi abuela los he saqueado, gran parte de lo que he escrito se los robé a ellos, entonces me gusta el juego; aun cuando en la novela se lleva con más pulcritud, meter tu vida en lo que escribes va de manera discreta, aquí sí me tengo que encuerar y si le escribo al vigilante del mercado sabrán que un día me agarraron robando quién sabe qué”.

Intimidad

El desafío de Velasco, más allá del que lo acompaña en toda la escritura, fue subir la apuesta con las cartas, sobre todo porque al no tener muchas intimidades del destinatario, no tenía más remedio que develar las propias, llevar su vida hasta el extremo y escribir por impulso, en donde “por lo general te arrepientes, escribes una carta gobernado por los sentimientos, incluso cuando la echas al buzón tienes una sensación de venganza y de rencor, pero a los dos días te arrepientes, te preguntas qué hiciste”.

“La primera carta de Entrega insensata, la de José José, la escribí en un cuarto de hotel mientras mi mujer se arreglaba para casarse conmigo. Estaba el peinador con ella y yo estaba sentado en la cama, con los audífonos, escuchando a José José; me iba a casar y decidí que era el momento de escribirle una carta: fue el borracho elegido para decirle ‘me voy a casar’.

“Escribí la carta a mi madre a dos días de su muerte, te diría que la escribí llorando si no supiera que la escribí berreando, pero es una forma de sacar de mí algo que, de otro modo, quizá no hubiera salido nunca. En esos momentos utilizo la escritura no solo para intentar una buena pieza, eso no lo sabes, pero sí para bucear muy dentro de ti y sacar cosas de muy adentro, cosas que normalmente no te atreverías a decir”.

Para Velasco, uno de los problemas de nuestro tiempo es que la gente, la sociedad en general no se atreve a hablar de los sentimientos, incluso los escritores, “y esto lo reprocha Javier Cercas, rehúyen hablar de sentimientos, porque ‘me voy a quemar, no tengo sentimientos…’; trato de sacar jugo a mis momentos más difíciles, a los mejores, o en los que ni siquiera soy yo, sino quién sabe qué otro monstruo”.

“Había pensado en hacer dos volúmenes de cartas y cuando empecé me di cuenta que no, debía usar cierto número de esas misivas”.

Las historias que se encuentran en Entrega insensata. Cartas a la deriva no fueron escritas por sistema, sino por impulso, incluso se llega a imaginar al lector como aquella persona que abre las cartas de lo otro para ver qué está adentro: quiere que el lector sea un intruso, sobre todo que sean más las intrusas las que se metan en esas cartas y haya esa sensación de “que te estás metiendo en algo que no es para ti, pero que precisamente por eso, te estás metiendo”.

La apuesta de Velasco, que le permite darse una pausa para preparar su próxima novela, pero en la que está más presente el ser humano, busca mostrar su lado más íntimo, donde también le rinde un homenaje a un género bastante socorrido en la literatura.

El libro se presenta hoy, a las 18:30 horas, en el Palacio Postal (Centro Histórico). Cupo limitado.

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