Del público mexicano se ha dicho que no dedica tiempo a la cultura. Sin embargo, en años recientes hemos atestiguado fenómenos relacionados con el arte. Algunas exposiciones causaron un furor impredecible: largas filas, horas de espera e incontables fotografías en las redes sociales demostraron un interés revelador en los museos, esos espacios que han dejado de mostrar sólo la historia para convertirse en un instrumento del entretenimiento y la difusión de lo innovador.
Leonardo, Rafael, Caravaggio: una muestra imposible
Apenas comenzó el 2015, el Centro Nacional de las Artes anunció una exposición que sólo fue posible gracias a las herramientas digitales. Leonardo, Rafael, Caravaggio: una muestra imposible reunió las obras representativas de estos artistas italianos. Se presentaron unas 57 reproducciones de pinturas y frescos que están alojados en museos, iglesias y colecciones privadas de todo el mundo. Se trató, en efecto, de una exposición que sólo era posible en el ámbito digital. Las obras, sin embargo, suscitaban una emoción similar a la que produce el enfrentamiento con un original. Durante los cuatro meses que estuvo montada, atrajo a miles de visitantes que buscaban acercarse al mundo renacentista.
Petit Maman, Louise Bourgeois
Cualquier transeúnte frecuente del Centro de la ciudad recuerda que durante varios meses una araña gigante resguardaba el Palacio de Bellas Artes. La inmensa obra de la artista francesa Louise Bourgeois encabezó la exposición Petite Maman, que se exhibió en Bellas Artes entre 2013 y 2014. Alrededor de 75 piezas —pinturas, esculturas e instalaciones— constituyeron la exposición que hizo una revisión de los últimos trabajos que la artista dedicó, en su mayoría, a la relación con su madre.
Leonardo da Vinci y la idea de belleza
Pero hay un artista que completamente solo fue capaz de atraer a incontables visitantes al Museo del Palacio de Bellas Artes. En dos meses, más de 300 mil personas visitaron la muestra Leonardo da Vinci y la idea de belleza, que incluía dibujos y bocetos originales del artista. La afluencia fue tal, que fue necesario organizar un maratón de tres días. Durante este tiempo la exhibición estuvo abierta al público de manera ininterrumpida.
Yayoi Kusama. Obsesión infinita
Verdadera obsesión fue la que manifestaron los capitalinos que abarrotaron el Museo Tamayo. Durante los 146 días que duró la exposición de la japonesa, las filas no cesaron. Al contrario, parecía que cada día había un centenar más de personas. Ésta fue la primera retrospectiva de la obra de Kusama que se presentó en América Latina. La exhibición era un amplio recorrido por el trabajo de la que es considerada la artista viva más prominente de Japón, con obras hechas entre 1950 y 2014, incluyendo pinturas, obras en papel, esculturas, videos e instalaciones. Pero lo que todos recordamos es aquel cuarto lleno de falos blancos con motas rojas y esa instalación visualmente seductora con luces de colores. Pocas veces en tu vida viste tantas selfies en el mismo lugar.
Tierra de esperanzas, Yoko Ono
Uno de los fenómenos más recientes está relacionado con un personaje malentendido y repudiado en otra era. Paradójicamente, Yoko Ono —cuyo prestigio plástico es innegable—trajo a México una exposición que promulga la paz. La exposición Tierra de esperanzas se exhibe en el Museo Memoria y Tolerancia. Refleja la esencia pacifista del ser humano y, al mismo tiempo, la naturaleza desmaterializada e intrínseca de los objetos. La exposición se podrá visitar hasta el 29 de mayo.