La mala leche de Borges

En el 31 aniversario luctuoso del escritor argentino, recordamos algunas de las joyas de su humor espeso, suave pero filoso, desparpajado y cáustico

Ciudad de México /

“Borges fue durante muchos años un tímido irreductible, un temeroso de los demás. Más tarde la fama le trajo una seguridad social de sí mismo que lo hizo ganar en desparpajo y osadía”, dice Roberto Alifano en su libro El humor de Borges (1995), escrito tras convivir con el autor de El Aleph durante los diez últimos años de su vida, periodo en el cual Alifano fungió como su asistente, secretario, escriba, amigo y compañía constante.

Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-Suiza 1986) —cuyo aniversario luctuoso número 31 se conmemora este 14 de junio— lució como autor consagrado a un humor muy peculiar: suave pero mala leche, humilde pero filoso, pasivo-agresivo, diría Freud. Alifano destaca ese humor ensimismado, risueño hacia adentro, propio de quien se burla del mundo en voz baja, como producto del aislamiento que provocaba en Borges su gran alcance intelectual —que no hallaba contrincante digno— y desde luego la limitación física de su ceguera.

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“Me gustan las bromas; soy partidario de los bromistas. Sobre todo de los bromistas que hacen bromas sobre sí mismos, de la gente que no se toma en serio”, le dijo Borges a Alifano.

[OBJECT]Aquí hay una decena de esos comentarios, muestras espesas de ese humor tan borgeano, cargado de agudeza, inteligencia y también de mala leche.

1.- Cuando le informan a Borges que García Márquez acaba de obtener el Premio Nobel, dice: “Me parece un excelente escritor y es muy justo que le dieran el premio. Cien años de soledad es una gran novela, aunque creo que tiene cincuenta años de más”.

2.- Cuando Ailfano lo interroga sobre su amistad con Adolfo Bioy Casares, Borges contesta: “Adolfito fue siempre un gran calavera. Yo sé de sus cuitas por otras personas, él nunca me contó nada. Somos amigos, pero claro, la nuestra es una amistad, digamos, británica, de esas que empiezan por excluir la confidencia”.

3.- Contó Borges de un señor de Pehuajó, bastante pesado, que lo visitaba para recomendarle yuyos para prevenir enfermedades. Lo tenía harto. Me dijo entonces: “Un día le pregunté si conocía aquella famosa copla de Pehuajó y se la recité mientras la inventaba: ‘En el medio de la plaza del pueblo de Pehuajó, hay un letrero que dice la puta que te parió’. Y él me contestó: ‘Sí, Borges, ya la conocía, está escrita al lado del monumento a San Martín’”.

4.- Borges le dice a unos periodistas: “Yo no sé si el periodismo debe ser celebrado; yo creo que no. Ya sé que decir algo así es una herejía. Pero bueno, tengamos paciencia, quizá algún día desaparezca el periodismo”, entonces ríe y luego se disculpa: “Es mejor que eso no ocurra en seguida, ya que ustedes se quedarían sin trabajo”.


5.- Sobre el Fausto de Goethe: “Es un libro bastante aburrido. Pero al parecer él le dijo a mucha gente que estaba trabajando en su obra maestra. Se percibe esa ambición de lograr algo perdurable; una obra maestra, digamos. Felizmente no le salió. Escribió el Fausto de Goethe”.

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6.- “Oliverio era muy rico, un afortunado. A mí lo que escribía no me gustó nunca. Era un hombre voluntariosamente extravagante, que lo único que buscaba era asombrar al lector”, dice Borges. Ailfano le pregunta: “¿Entonces a Oliverio Girondo no le reconoce talento?”. Borges concluye sonriendo: “Creo que ni sus peores enemigos pueden imputarle ese calificativo”.

7.- Cuenta Ailfano: Hace algunos años se le creó a Borges una fuerte tirantez con el poeta Jijena Sánchez, cuando éste se enteró de la opinión que había emitido sobre su libro Achalay. “Es un nombre raro para un libro de versos”, comentó entre amigos, “suena a estornudo, ¿no?”.

[OBJECT]8.- Borges sobre Sabato: “A Sabato le interesa la inmortalidad, le interesa pasar a la posteridad. Él me dijo una vez que escribía para la posteridad. ¡Qué raro que alguien sienta esa misión! Oscar Wilde decía que la posteridad no ha hecho nada por nosotros”.

9.- Borges cuenta de un periodista estadunidense que le dijo: “Usted es el segundo escritor que voy a entrevistar; ayer estuve con el primer escritor argentino: Ernesto Sótano. Supongo que lo conoce, ¿verdad?”. Borges me dice: “Me di cuenta de quién se trataba y le respondí: Pero, claro, por supuesto, señor. Es un autor que escribe sobre túneles, tumbas y cosas así. ¡Cómo no voy a conocer a Ernesto Sótano!”.

10.- Un periodista le propone a Borges durante el conflicto de las islas Malvinas que haga una declaración: “Usted debería manifestarse nacionalista en un momento como éste, eso ayudaría mucho a los argentinos”, le dice. “Bueno, creo que una actitud así de mi parte sería tomada como una extravagancia”, se disculpa Borges. “A la gente le resultaría tan raro como si yo manifestara que soy musulmán, chino o peronista. Nadie me creería”.



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