Diez instantáneas de Neus Espresate

Para honrar a una de las grandes protagonista de la cultura hispanoamericana, fallecida el 21 de febrero, brindamos estas impresiones sobre su empresa mayor

Neus Espresate, fundadora de Ediciones Era
Jesús Quintero
Ciudad de México /

1) En su discurso de ingreso al Colegio Nacional, el 16 de noviembre de 1994, Vicente Rojo se refirió a su incansable compañera de trabajo en Ediciones Era, a quien desde 1960 le unía “el sueño mayor de editar libros”. Tras reconocer que a Neus Espresate no le agradaba que se hablara de ella, agregó: “Yo solo diré, muy bajito, que con suavidad, rigor y pasión, con una combinación poco común de cultura, generosidad y eficacia, encabeza un equipo de trabajo que ha logrado reunir y mantener a un grupo de escritores que hacen de Era una de las editoriales esenciales para la cultura mexicana”.

2) Neus Espresate forma parte de una generación de editoras aún pendiente de estudio, ya que en Ediciones Era asumió tareas parecidas a las que en la península ibérica —también a sus veintitantos— fincaron en aquella década prodigiosa Esther Tusquets al frente de Editorial Lumen, Beatriz de Moura y Óscar Tusquets con Tusquets Editores, y Rosa Regás con La Gaya Ciencia.

3) Los primeros años de Era coinciden con un periodo que a la distancia parece de una irrepetible efervescencia cultural. En 1959 la Revolución cubana puso en primer plano a Fidel Castro. En el mismo año los decesos de José Vasconcelos y Alfonso Reyes impulsaron a las siguientes generaciones a mantener vivo el empeño de llevar a México al banquete de las naciones. El tránsito de ideas fluía en publicaciones como la Revista de la Universidad, el suplemento México en la Cultura de Novedades, la Revista Mexicana de Literatura, Pájaro Cascabel y Cuadernos del Viento. Había librerías especializadas donde se conseguían revistas y libros extranjeros. En ese ambiente, hasta la nacionalización de la industria eléctrica en 1960, por parte del presidente Adolfo López Mateos, contribuyó a cimentar la sensación de que en el país había una nueva luz, un nuevo aire.

4) Desde 1954 Vicente Rojo coordinaba las publicaciones del Instituto Nacional de Bellas Artes y de la revista Artes de México, que se imprimían en la Imprenta Madero, propiedad de Tomás Espresate Pons (1904–1994), catalán combatiente de la Guerra Civil española que llegó México en 1942. Dice Rojo en el volumen Cuarenta años de diseño gráfico (1990): “En 1959 propuse a José [Hernández] Azorín y a los hermanos [Neus, Jordi y Francisco] Espresate, mis amigos y colaboradores de imprenta Madero, la creación de una pequeña editorial cuyos libros se pudieran imprimir en los tiempos en que las máquinas estaban inactivas. El proyecto contó con el apoyo entusiasta de don Tomás Espresate, quien puso una sola condición: que la editorial estuviera compuesta exclusivamente por jóvenes (ninguno de nosotros contaba aún con treinta años)” y le otorgó a los noveles editores un crédito de cien mil pesos. “Así que con las iniciales de nuestros apellidos y una gran inconsciencia formamos Ediciones Era. Comenzamos a publicar libros con los amigos escritores más cercanos como autores y asesores, y, obviamente, con diseños míos”. Necesario es añadir que al cabo de pocos meses, Tomás Espresate amplió el crédito hasta un millón de pesos y les dijo: “Bueno, muchachos, pónganse serios, hagan cuentas, decidan”. Para alivio de todos, recuerda Rojo, “Neus se encargó propiamente de la administración, de la dirección. Yo nunca me he sentido capaz de hacer una suma, menos una resta o una división”.

5) Ediciones Era recogió en sus primeros años las inquietudes de la comunidad española en el exilio, manifiestas en L’Orfeó Català de Mèxic, así como en las tertulias en Librería Madero y en los cafés de aquella aún pequeña Ciudad de México, con protagonistas como José Moreno Villa, León Felipe, Gutierre Tibón, Ramón Xirau, Luis Buñuel y Carlos Velo.

6) Los libros de Era, elegantes, sobrios, vivieron en su inicio bajo la sana influencia de sellos italianos como Giulio Einaudi Editore (hermanado con Era por los Cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci), Editorial Riuniti, Feltrinelli y Skira —que hoy prosigue imprimiendo majestuosos libros de arte—, de la francesa Maspero (que dio a conocer La guerra de España de Pietro Nenni, que en 1967 Era editó en México), de la española Seix Barral con su Biblioteca Breve y de dos legendarios sellos estadunidenses que se mantienen independientes: New Directions y City Lights.

7) Señala José Emilio Pacheco en el libro Ediciones Era. Edición homenaje (1995): “En 1961, cuando los que hacíamos México en la Cultura renunciamos en solidaridad con Fernando Benítez, Vicente Rojo se compadeció y me llevó a colaborar en Era. Todo hubiese resultado muy distinto para mí sin este encuentro. Hice muchos trabajos firmados, anónimos o con pseudónimo. Cierta vez tuve que traducir un libro en una semana, a razón de veinte o veinticinco páginas diarias —y también veinticinco años antes de que fueran accesibles las computadoras—. Se dice con razón que la prisa es buena para matar moscas, no para escribir libros ni para traducirlos. Neus tomó las doscientas cuartillas en papel revolución y durante otra semana las revisamos palabra por palabra. En cada página me señaló errores, repeticiones y torpezas. Si el texto aún hoy puede leerse es gracias a ella. Para mí el aprendizaje fue impagable”.

8) Ese grupo de colaboradores que en Era realizó múltiples tareas durante la década de 1960 comprendía a José Emilio Pacheco, Juan García Ponce, Elena Poniatowska y Juan Vicente Melo. De manera voluntariamente anónima redactaron solapas, cuidaron ediciones, agregaron fichas biográficas y tradujeron libros. Del autor de Las batallas en el desierto, por ejemplo, es el texto que desde 1962 se lee en la contraportada de Aura, de Carlos Fuentes. Con el mismo espíritu participó Vicente Rojo: “Ninguna de las portadas mías en Era —de las 700 que hice— lleva mi nombre”, dijo en la FIL Guadalajara 2012.

9) El 29 de septiembre de 2004, Neus Espresate recibió el reconocimiento de los editores españoles en la Feria del Libro Liber, en Barcelona. Allí declaró: “'Quisiera compartir con ustedes, particularmente en estos días de cada vez más acendradas xenofobias, mi agradecimiento a México, donde encontré un mundo que me acogía y donde la vida y más tarde el trabajo se volvieron nuevamente posibles. Gracias a eso pude arrancar una labor editorial que comenzó como un pequeño proyecto de amigos y que ha durado hasta hoy: desde el principio y hasta hoy centralmente entregada a compartir las luchas y construir la memoria de México. […] Con mis padres y hermanos padecí durante la Guerra Civil y la posguerra la historia —habitual y frecuente en aquellos años— de cárcel, represalias, exilio, pérdida, azarosa supervivencia, hasta que a los doce años salí por fin hacia México”. La herida que dejaron esos años no se ha cerrado “ni para mí, ni para muchos otros de los que aún viven. No se cerró ya nunca para los que han muerto”. Y si se mantuvo abierta durante el franquismo, en la transición a la democracia el dolor aumentó: “Nada tan duro como el fin de la dictadura y el principio de los también muchos años de deliberado olvido, de banales, acomodaticias, miopes argumentaciones en favor del olvido. Años en que la memoria era considerada rencor, resentimiento, afanes vengativos, o bien tontería, anacronismo, anquilosamiento, terca insistencia. Se pretendió olvidar las heridas argumentando que así no se alimentaría el rencor. […] Nada fue tan duro como esa transición olvidadiza, creo, para los que murieron durante esos años, como mi padre; y para muchos que como yo aún viven, y se cansan de esperar la reivindicación, la reparación, el desagravio, que solo puede ser fruto de la voluntad colectiva de restaurar la memoria. Los que hacemos y difundimos libros, en mucho mayor grado que los que se dedican a otros oficios, adquirimos una responsabilidad enorme en la conservación de la memoria. Por su naturaleza, el trabajo editorial, la difusión de la palabra escrita, está indisolublemente ligado a ese deber de recordar, de rescatar del olvido como única forma de aspirar a un futuro. […] Gracias al México generoso, al que nos acogió a los exiliados de la España republicana, gracias a todos ustedes por compartir la tarea de una vida, la mía, que tuvo que enfrentar en sus inicios el horror del fascismo y que en la vejez ve regresar la violencia ciega de una derecha oscurantista, contra la que he luchado toda mi vida”.

10) La biografía de Neus Espresate está cifrada en el catálogo de Ediciones Era. Sus simpatías, pasiones, intereses, hallazgos y apuestas comprenden más de 1100 títulos de casi 600 autores. De este sello, cada lector tiene su antología personal. Por eso y para no caer en la omisión, mejor es citar algunas de sus colecciones, muchas de ellas con obras buscadas con denuedo, en pleno siglo XXI, por coleccionistas y bibliómanos de toda talla: Biblioteca Era, El Hombre y su Tiempo, Serie Claves, Ancho Mundo, Serie Popular, Problemas de México, Colección Alacena, Colección Imágenes, Obras Completas de José Revueltas, Cine Club Era, Colección Galería de Arte Mexicano y la revista Cuadernos Políticos. Era es, desde su fundación y en palabras de Vicente Rojo, una editorial de “republicanos españoles convertidos en republicanos mexicanos” que se han interesado por la historia de las izquierdas en ambos lados del Atlántico, que han promovido el periodismo en géneros como la entrevista y la crónica, y que con una proporción justa de profesionalismo e instinto han dado varias obras al canon de la literatura mexicana.

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