Mary Mallon tenía 31 años cuando consiguió su primer empleo como cocinera en la casa de una familia adinerada de Nueva York. Era 1900 y las posibilidades de crecimiento que ofrecía Estados Unidos a una inmigrante irlandesa parecían prometedoras.
Lo que Mary desconocía es que su cuerpo era una bomba biológica: era portadora de bacterias que transmitían la fiebre tifoidea. Sorpresivamente, ella nunca padeció síntoma alguno, pero sí fue identificada como la primera mujer diagnosticada con la enfermedad en Estados Unidos.
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Ejerció como cocinera por siete años en zonas cercanas a Manhattan y —quizá sin pretenderlo— se comportó como una especie de criminal serial. Su modus operandi era siempre el mismo: llegaba a trabajar a una casa y cuando uno o varios miembros de la familia contraían la infección, Mary desaparecía o cambiaba de locación de trabajo.
Los recurrentes casos levantaron sospechas, pero no fue hasta que la enfermedad brotó en la casa del político y abogado Charles Henry Warren, que se desató la verdadera pesquisa.
En 1906, Mallon —ya conocida como María Tifoidea por la prensa— se había instalado en Oyster Bay, Long Island, para trabajar con los Warren. El 27 de agosto una de las hijas de Charles Henry enfermó de tifoidea, diagnóstico que pasmó a la familia entera.
Como contó Anthony Bourdain en Typhoid Mary: An Urban Historical, "la familia Warren no era el tipo de gente que contraía tifoidea, una enfermedad asociada con la pobreza y la inmundicia". Eran una familia de buena posición, tenía acceso a alimentos de buena calidad y a los mejores servicios básicos, de modo que no había explicación para el diagnóstico de la niña.
Para su desdicha, en una semana también contrajeron la enfermedad la señora Warren, otra hija, dos camareras y el jardinero.
Para entonces, Mary había abandonado el lugar y nadie suponía que ella era la responsable, pero, tras revisar exhaustivamente las pruebas previas de las autoridades y practicar sus propios estudios, Soper detectó el patrón y sospechó de la única persona ausente: la cocinera Mary.
Un caso soñado por cualquier detective. Soper tuvo que rastrear a Mary hasta su nuevo domicilio y conseguir una orden para exigirle muestras de laboratorio. El 27 de marzo de 1907 fue puesta en cuarentena por primera vez en el Hospital de Riverside, en la isla de North Brother, y liberada tres años más tarde con la condición de que no volvería a trabajar como cocinera.
Su caso representaba un dilema, pues por un lado Mary no había cometido ningún crimen y tenía derecho a la libertad, pero las autoridades tenían también la responsabilidad de mantener saludable al resto de la población.
Como era de esperarse, Mary incumplió su promesa. Después de todo, la cocina era el único oficio que había aprendido y su más fiable fuente de ingresos. Ahora se conducía con el nombre Mary Brown.
Tras ser capturada de nuevo, fue puesta en cuarentena de manera definitiva, hasta su muerte en 1938. Fue señalada por contagiar a 51 personas y por la muerte de otras tres.
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