Desde hace muchísimos años, el 14 de febrero es llamado "El día de los enamorados', o bien, 'El día del amor y la amistad', pues ese día tradicionalmente se ha festejado a San Valentín, el santo del amor.
Pero aunque los enamorados y apasionados de los cupidos, los chocolates y los globos con forma de corazón sigan creyendo en su leyenda, todo parece indicar que Valentín nunca existió, o que se trató de tres personas con ese nombre o, bien, que todo fue una invención literaria que se originó en el siglo XIV.
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Existen muchas versiones de la misma historia, pero la leyenda de San Valentín va más o menos así: alrededor del siglo III de nuestra era, cuando la religión cristiana aún era perseguida por órdenes del emperador Claudio III, vivió un joven sacerdote —aunque también podría tratarse de un viejo— de nombre Valentinus, que casaba a las jóvenes parejas en secreto bajo el ritual cristano.
Cuando las autoridades se enteraron de los actos de Valentinus —o Valentín—, lo aprehendieron y encarcelaron. En la cárcel fue que sucedió el milagro: el carcelero, quien sabía que Valentín era un hombre letrado, le preguntó si podría llevar a su hija Julia —que era ciega de nacimiento— para recibir algunas lecciones.
Valentín accedió. Así fue que Julia —que era hermosa y virtuosa— aprendió grandes cosas bajo la tutela de Valentín, quien también inculcó en ella la fe en Dios. Un día, la joven le preguntó si el dios de los cristianos podría hacer que ella viera. Valentín le contestó que sí, pero que ella debía pedírselo con toda su fe.
Así lo hizo Julia y el milagro sucedió: la joven dejó de ser ciega. En la víspera de su muerte, Valentín le escribió una última carta pidiéndole que se mantuviera cerca de Dios y la firmó "De tu Valentín". El santo, entonces, fue ejecutado y enterrado cerca de la Vía Flaminia, la norte de Roma.
Según la tradición, Valentinus fue ejecutado el día siguiente, el 14 de febrero del año 270, cerca de una puerta que más tarde fuera nombrada Puerta de Valentín. Y en el 496, el papa Gelasio I nombró a ese día como el de San Valentín.
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Pero, con todo lo difundido y romántico que es este recuento, la verdad es que existen muy pocos elementos para asentar su veracidad. En la primera lista de mártires cristianos, la Cronografía del 354, el santo Valentín no aparece registrado, ya que su aparición es muy posterior: en el siglo V, en el Martyrologium Hyeronimianum.
Lo que es cierto es que e papa Gelasio estableció su fiesta el 14 de febrero "por sus actos que sólo son conocidos por Dios". En pocas palabras, porque no se sabía nada de él, pero aun así se le rendía un culto tradicional.
Después, otras fuentes religiosas citan al menos a tres hombres santos de nombre Valentín: un sacerdote romano, el obispo de Terni —que fueron martirizados y enterrados, cada uno por su parte, en la Vía Flaminia— y un mártir ejecutado en África un 14 de febrero. En los registros, ninguno de los tres realizó el milagro de otorgarle la vista a una joven ciega.
Al parecer, el verdadero autor de la leyenda de San Valentín como la conocemos hoy, fue el poeta y escritor inglés del siglo XIV Geoffrey Chaucer, pues en su poema 'Parlement of Foules' menciona, por primera vez, la idea de que el 14 de febrero, día de San Valentín, era una fecha consagrada para los enamorados.
Y así pasaron seis siglos, hasta que, en 1969 y debido a las escasa evidencias históricas disponibles, la Iglesia Católica retiró a San Valentín del Calendario Romano General, limitando su veneración y celebración litúrgica a ciertos calendarios locales.
San Valentín sigue apareciendo listado como mártir en el Martirologio Romano en virtud de el culto tradicional en torno a él. Pero, al menos para la historia —que exige documentación fiable y crónicas comprobables—, San Valentín fue un santo… que nunca existió.
FM