Cada 3 de noviembre se celebra —por qué no— el Día Mundial del Sándwich. Se eligió esta fecha porque coincide con la muerte de un aristócrata inglés que vivió en el siglo XVIII, llamado John Montagu, el IV conde de Sandwich, una ciudad histórica ubicada al sureste de Inglaterra.
Aunque no fue Montagu propiamente el inventor del sándwich —antes ya había registros de alimentos de aspecto similar—, la historia lo reconoce como tal por su particular predilección por comer carne emparedada entre dos panes.
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[OBJECT]Se dice que el conde era un gran aficionado al juego de cartas. En una de sus tertulias, llegó a pasar 24 horas sentado a la mesa en una disputa interminable, por lo que no podía permitirse unos minutos de distracción para comer.
Tan ingenioso como era, pidió que le llevasen un trozo de carne entre dos panes, de modo que pudiera continuar con el juego a una mano mientras se alimentaba con la otra. Así también evitaría ensuciar sus dedos.
Su agitada vida de aristócrata le dejaba poco tiempo para las comidas formales, así que con el tiempo se volvió asiduo consumidor de los emparedados.
Pero Woody Allen se encargó de darnos una versión —ficticia, por supuesto— más original y divertida sobre el origen del sándwich:
En un cuento del libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, publicado en español por Tusquets, el realizador imagina una parodia sobre cómo pudo haber sido el proceso de concepción del magnífico invento:
1736: [El conde] ingresa en la universidad de Cambridge, a instancias de sus padres, para seguir estudios de retórica y metafísica, pero muestra poco entusiasmo por los mismos. En constante rebelión contra todo lo académico, es acusado de robar pan y de llevar a cabo experimentos antinaturales con ese material. Las acusaciones de herejía determinan su expulsión.
1741: Residente en el campo con una modesta herencia, trabaja día y noche, apretando con frecuencia el cinturón para ahorrar y comprar comida. Su primera obra completa (una rebanada de pan, otra rebanada de pan encima de la primera y un trozo de pavo encima de las dos rebanadas) fracasa miserablemente. Desilusionado hasta la amargura, regresa a su estudio y vuelve a empezarlo todo de nuevo.
1747: en la miseria, no puede darse el lujo de trabajar con roastbeef o pavo y se dedica al jamón, que es más barato.
1758: Su creciente aceptación entre los manipuladores de la opinión pública hace que la Reina le encargue “algo especial” con motivo de un almuerzo con el embajador de España. Trabaja día y noche experimentando con cientos de posibilidades y, por fin, a las 16 horas y 17 minutos del 27 de abril de 1758, crea la obra que consiste en varias tajadas de jamón cubiertas, por encima y por abajo, por dos rebanadas de pan de centeno. En un golpe de inspiración, adorna la obra con mostaza. Es el éxito inmediato, y queda encargado para el resto del año de los almuerzos del sábado.
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