"Speakeasy", escondites que reviven prohibición de alcohol

Este tipo de bares surgieron entre 1920 y 1932, cuando el consumo estaba ilegalizado en EU, por lo que se creaban claves para entrar a esos sitios.

La barra de uno de los bares "clandestinos".
Diana Martín del Campo
México /

Escondidos en varias zonas de la Ciudad de México se encuentran los speakeasy, un concepto de bares ocultos retomado de la época de la prohibición de alcohol en Estados Unidos, entre 1920 y 1932, en los que la venta de bebidas era clandestina y se requería una contraseña para ingresar.

Sin la necesidad de evadir la desaparecida ley seca, hoy en día estos establecimientos juegan más bien con la idea de estar ubicados en locaciones inesperadas de colonias como la Juárez, Polanco y Roma. La principal intención es recrear esos tiempos de una forma novedosa a través del diseño, la música y los cocteles que ahí se preparan, es decir, un ambiente que haga que la experiencia sea única para sus clientes.

Es por ello que para descubrirlos se requiere contar con la mayor cantidad de detalles que van desde conocer la dirección exacta hasta las especificaciones que permiten el ingreso y que, en algunos casos, requieren reservación previa.

Escondido en un rincón de la colonia Juárez, Xaman es uno de ellos. Unas escaleras conducen hacia el sótano de este local, en cuyo interior su decoración cargada de misticismo rompe completamente con el estilo de bares y antros que caracterizan la vida nocturna de la Zona Rosa.

Con la intención de exaltar la cultura prehispánica, sobresalen las plantas desérticas y algunos tótems ancestrales a la entrada, así como bebidas creadas con ingredientes sacados de recetas de la herbolaria tradicional y la música electrónica fusionada con distintos ritmos étnicos.

“Nadie se puede imaginar que existe un bar así estéticamente en esta parte de la ciudad, justamente era jugar entre un barrio como la Zona Rosa y la Juarez, que tiene esa estética muy de Porfirio Díaz, francesa, colonial”, comentó Anthony Zamora, uno de los socios creativos de Xaman, quien además destacó que una de las razones por las cuales eligieron hacer un speakeasy fue porque querían crear la atmósfera de un templo ceremonial.

“La idea es que el mundo externo estaba afuera, en la calle, y el mundo interno en el templo, en una forma diferente de recibir tus cocteles, la música, el servicio y el diseño”.

Alejandra García se ha convertido en clienta habitual de Xaman, al que define como sitio singular en esta ciudad que necesita de mucha creatividad para que un lugar sobresalga.

“Es único, me gusta muchísimo la onda mística, la arquitectura, la decoración; tú puedes estar caminando y no lo vas a ver, la verdad mucha gente ni lo conoce, tienes que estarlo buscando el no estar en un lugar común lo hace un poquito más interesante, muy exclusivo”.

Disimulado por un tradicional restaurante de antojitos mexicanos en Polanco, la puerta de un refrigerador al fondo del establecimiento da acceso a Jules Basement, uno de los primeros speakeasy que abrieron en México. Su reducido espacio subterráneo, adornado por calaveras gigantes colocadas debajo de las mesas de cristal, asemeja a una catacumba.

“Tenemos de fachada un lugar mexicano, hay personas que están comiendo y no se imaginan que aquí hay un bar, llegas y vas directo a donde está el escondite, abres un frigobar y encuentras toda una experiencia, una armonía, gente, buenos drinks,” indicó su jefe de barra, Fernando Acevedo, sobre la sorpresa que recibe a sus clientes. También habló de aquellos tiempos de prohibición; explicó que la preparación de cocteles era fundamental para disfrazar los destilados, mismos que al mezclarse con saborizantes ayudaba a mantener en secreto sus ingredientes ilegales. “En Jules encuentras cocteles de la época de la prohibición”.

A unas calles de la misma colonia y rodeado de antros que resultan muy evidentes al público, se encuentra Vanderbilt, que difiere del resto porque tiene la intención explícita de no ser encontrado más que por sus exclusivos invitados.

“Es como medio underground el asunto, queriendo ser como un club privado, muy visitado nada más por amigos de los socios, que es lo que ha hecho el de boca en boca para que la gente conozca el lugar”, comentó Ricardo López, gerente de Vanderbilt.

Para lograrlo se esconde detrás de una lavandería ficticia que le sirve de decoración a la entrada, en la que las piezas tomadas de viejas maquinarias en desuso hacen creer que ahí se ofrece el servicio de lavado, lo que incluso causó confusión para varios de los vecinos de la zona, quienes esperaban que de verdad funcionara como tal y que se llevaron la sorpresa de que no era así.

Ese peculiar detalle que le fue dado al establecimiento en el diseño ha provocado también que para sus clientes sea más común llamarlo La lavandería. Una vez abiertas las puertas de las lavadoras sobresale la elegancia en la decoración al interior, alusiva a un panal de abejas que parecen estar bailando mientras las luces prenden y apagan, además de lámparas doradas en los techos, espejos con marcos antiguos colgados en las paredes y sofisticados sillones de piel.

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