Así se vivieron las primeras horas del terremoto de 1985

Al filo de las 7:19 am del 19 de septiembre de 1985, un terremoto de 8.1 grados Richter empezó a sentirse en la Ciudad de México: así se vivió en aquel entonces.

El edificio Nuevo León, colapsado parcialmente tras el terremoto.
Ciudad de México /

El 19 de septiembre de 1985 está marcado como una de las fechas más trágicas en la historia de México, pues ese día un terremoto de 8.1 grados Richter sacudió la ciudad y cobró la vida de miles de personas. Acompáñanos a recordar cómo se vivieron las primeras horas tras el sismo en esta línea de tiempo.

En 1985, el presidente de México era Miguel de la Madrid Hurtado y el Regente del Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre Velázquez. El noticiario más visto de aquel entonces era 'Hoy mismo' con Guillermo Ochoa y Lourdes Guerrero, quien dio la noticia del terremoto.

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19 de septiembre de 1985

7:17:47 horas. Un temblor de 8.1 grados en la escala de Richter se origina en las costas de Michoacán, muy cerca del puerto de Lázaro Cárdenas y de la desembocadura del Río Balsas, a una profundidad de 17 kilómetros. La ruptura que causó el sismo se localizó en la Brecha de Michoacán y se originó por el movimiento de subducción de la Placa de Cocos por debajo de la Placa de Norteamérica.

7:19 horas. El movimiento telúrico, con una intensidad de 8.1 grados Richter, alcanza la Ciudad de México, donde empieza a sentirse con gran fuerza. En su noticiero 'Hoy mismo', la conductora Lourdes Guerrero reporta el movimiento, tratando de calmar a los televidentes, pero exclama "¡Ah, Chihuahua!" al percatarse de la intensidad del mismo. Pocos segundos después, la señal de televisión se interrumpiría.

7:20 horas. El terremoto alcanza su máxima intensidad. Fue un sismo trepidatorio y oscilatorio a la vez. Varios edificios empiezan a sufrir daños o a colapsarse, especialmente en el centro histórico de la Ciudad de México, así como en Tlatelolco y las colonias Roma, San Rafael y Juárez.

7:22 horas. El sismo, de una duración aproximada de tres minutos, finalmente termina. Para ese momento, millones de capitalinos han salido a las calles. La televisión ha suspendido sus transmisiones y la única vía de comunicación es la radio. Del sistema de transporte colectivo Metro, que no sufre daños, emergen miles de personas para encontrar una ciudad devastada. Los sistemas de transporte público colapsan. Reina el desconcierto.

7:30 horas. Algunos de los edificios más importantes que se desploman o sufren daños graves son: el edificio Nuevo León de Tlatelolco, el Hospital Juárez, el Hospital General de México, un Conalep ubicado en la calle de Humboldt, varios edificios del Multifamiliar Juárez, un café Super Leche —en la esquina de Victoria y Eje Central—, los Televiteatros, el Conjunto Pino Suárez, el Hotel Regis, el Hotel Del Prado, un local de costura ubicado en San Antonio Abad y Calzada de Tlalpan, el edificio de Televicentro y cientos de edificios de departamentos y casas particulares. En gran parte de la ciudad no hay luz ni agua, y se reportan abundantes fugas de gas.

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El edificio de costureras colapsado en avenida San Antonio Abad.

8:00-10:00 horas. El periodista Jacobo Zabludovsky, quien es una de las pocas personas en México que cuenta con un teléfono en su automóvil, sale a recorrer las calles y a reportear lo sucedido. Al principio, desde Paseo de la Reforma, el periodista piensa que no han habido afectaciones mayores; pero, al avanzar hacia el centro de la ciudad, su tranquilidad es sustituida por el horror y el estupor. Al pasar por Televicentro, las lágrimas lo vencen: "Estoy llegando a mi casa de trabajo, donde he pasado más tiempo que en mi propia casa, y está totalmente destruida. Sólo espero que mis compañeros, mis hermanos de labor, estén todos bien". Zabludovsky se refiere al temblor como la peor tragedia de la que hubiera tenido memoria.

10:00 horas. Por la dimensión de la catástrofe, la respuesta del gobierno de Miguel de la Madrid —totalmente rebasado— es lenta e insuficiente. El propio De la Madrid tardará 36 horas en dirigirse a la nación. Ante ello, la sociedad civil, de modo espontáneo y como nunca antes —ni después— se había visto en este país, deja atrás sus diferencias y se une en las labores de rescate de los sobrevivientes que aún se hallan bajo los escombros. La palabra solidaridad cobra una nueva dimensión en México. Estudiantes, enfermeras, bomberos, rescatistas y público en general se organizan en brigadas y empiezan a salir los primeros supervivientes de los edificios colapsados. Los muertos empiezan a contarse por miles.

12:00 horas. La señal de televisión abierta de Televisa vuelve al aire y se transmiten los pormenores de la tragedia en los canales 2, 4, 5 y 9. Universidades y escuelas anuncian la suspensión de clases hasta nuevo aviso, para que los alumnos puedan estar con sus familias o colaborar en las labores de rescate.

14:00 horas. Entre los grupos de rescate organizado, destaca uno: el de los "Topos" que, como su nombre lo indica, imitan a estos animales y se meten "por debajo de la tierra" en busca de supervivientes. Por otro lado, diversos daños en la red de suministro tienen a gran parte de la ciudad sin energía eléctrica, que en muchos sitios de la ciudad tardará varias horas en restablecerse.

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16:00 horas. Mientras por todas partes continúan las labores de rescate de sobrevivientes y de recolección de cadáveres, se reportan también más de 7 mil fugas y daños en la infraestructura hidráulica de la ciudad. Por ello, el gobierno del Distrito Federal destina pipas para repartir gratuitamente agua en las colonias más afectadas. También resulta afectada la red primaria de telefonía, y las centrales de Victoria y San Juan sufren daños graves —incluso hay cuatro muertos—, por lo que no es posible realizar llamadas telefónicas. El servicio se reestablecerá totalmente hasta 1986.


6:00 horas. El transporte público también resulta severamente dañado, y el servicio de camiones Ruta 100 opera de modo gratuito, ayudando a transportar a los damnificados —una palabra que en esos años se pone de moda.

8:00 horas. Oscurece sobre una Ciudad de México devastada y adolorida. Miles de personas yacen sepultadas bajo los escombros, y muchas de ellas morirán luego de la réplica de la noche del 20 de septiembre. El tenor español Plácido Domingo vendría a México a buscar a sus familiares sepultados y con ello se ganaría el cariño incondicional del pueblo mexicano. La cifra oficial de muertos jamás se da a conocer, pero según las estimaciones más conservadoras en el sismo perecieron entre 6 y 10 personas, mientras que fuentes como el Servicio Sismológico Nacional hablan de alrededor de 40 mil muertos.

Luego del sismo, las disposiciones sobre construcción y protección civil cambiarían radicalmente. Con el paso de los años y a partir de 1985, se establecerían políticas públicas y mecanismos como los simulacros y el sistema de alerta sísmica que, a pesar de las quejas de mucho, demostraron su efectividad en el sismo de septiembre de 2017.

Durante la tragedia de 1985, no faltó quien citara al historiador y cronista indígena Chimalpahín, quien sentenció que "En tanto que dure el mundo, no acabará la fama y la gloria de México-Tenochtitlan". Porque, después de todo, México sigue en pie…


FM

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