Un basamento piramidal dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento, conservado en 70 por ciento, fue descubierto por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un predio privado en la calle Ricardo Flores Magón, colonia Guerrero, a unos 100 metros de la zona arqueológica de Tlatelolco.
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El templo, con más de 650 años de antigüedad, se localiza en un terreno donde actualmente se erige un centro comercial. Presenta una forma rectangular (al poniente) y otra circular (al oriente) con 11 m de diámetro y 1.20 m de altura, y fue elaborado con tezontle y recubierto con capas de estuco.
Este hallazgo es resultado del acercamiento que tuvo el INAH con los desarrolladores de la construcción de un centro comercial. Se conocía el potencial arqueológico del terreno, por lo que se pudo emprender el salvamento en 2014, una vez que se demolió un antiguo supermercado que ahí se encontraba. Los trabajos continuaron cuando se realizaron los pozos para la mecánica de suelo, lo que ayudó a los especialistas a localizar este basamento con tanta puntualidad; así se pudo proyectar una excavación controlada con técnicas arqueológicas, explicó Edwina Villegas, directora de la zona arqueológica de Tlatelolco.
“En el lugar también se encontraron diversos vestigios, como una cesta que contenía una osamenta de un recién nacido, espinas de maguey, huesos de aves, obsidiana, malacates, incensarios y cerámica, como una especie de ofrenda para cerrar un ciclo constructivo e iniciar otro”.
Por la relevancia del descubrimiento, ya que se considera una de las edificaciones más importantes del recinto sagrado de la cultura mexica-tlatelolca, la empresa constructora cedió en comodato al INAH el terreno de 300 metros cuadrados, detalló el arqueólogo Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del INAH.
“Es una estructura piramidal que no se tenía contemplado encontrar pero, por su magnitud y su grado de conservación, se determinó que quedara expuesta para que la comunidad pueda disfrutar de este vestigio de nuestro pasado”, indicó Sánchez Nava.
Villegas señaló que la intención del INAH es que el templo se preserve y se exhiba al público, para lo cual primero se procederá a su consolidación y posteriormente quedará reguardado en una ventana arqueológica, la cual contará con un enorme cristal protector y ventilación adecuada.
“Alrededor de la pirámide se construirá un muro para protegerla y separarla de la enorme construcción de la plaza comercial; es decir, quedará independiente de esa obra moderna. El acceso a esta estructura será por la banqueta, para lo cual se realizará una rampa y se colocará un barandal que le permitirá al público ver, por lo menos, la mitad del templo y los vestigios de la plataforma rectangular que se ubica debajo de la avenida Flores Magón”, agregó.
Pieza de rompecabezas
Eduardo Matos Moctezuma indicó que la importancia fundamental de este hallazgo son los datos que proporciona, ya que de esta forma se puede ir conformando el rompecabezas de lo que era la antigua ciudad de Tlatelolco, fue el último reducto de resistencia durante la Conquista. Aquí fue capturado Cuauhtémoc el 13 de agosto en 1521, después de huir de Tenochtitlán.
“Estamos en una gran metrópoli cuyo concreto cubre las antiguas ciudades prehispánicas que están debajo de esta gran urbe; entonces, en el momento en que podemos penetrar, como en este caso, y se puede hacer el trabajo arqueológico y preservarlo para que la gente lo observe, reviste una enorme importancia”.
El especialista explicó que Ehécatl-Quetzalcóal, el dios del viento, era una de las principales deidades mexicas, y que su templo siempre estaba hacia el oriente, por el mito del nacimiento del Quinto Sol.
También dijo que es difícil de precisar el tamaño de Centro Ceremonial de Tlatelolco, al que pertenece este nuevo hallazgo: “No sé qué extensión pudo haber tenido”.
Hasta ahora se sabe que la zona arqueológica de Tlatelolco está conformada por 67 estructuras piramidales y más de 37 que se ubican debajo de las calles y avenidas por donde la gente transita.
Sin embargo, mientras los arqueólogos del INAH consolidan la estructura piramidal, a menos de dos metros se construyen una nueva plaza comercial y un estacionamiento a seis metros de profundidad.