Tras fracasar el proyecto para proteger en un santuario a las últimas 30 vaquitas marinas que sobreviven en el Golfo de California, la amenaza de su extinción se ha agudizado debido a la temporada de pesca ilegal de totoaba, que se lleva a cabo desde finales de noviembre hasta marzo.
Las vaquitas marinas suelen morir al quedar atrapadas en las redes que se utilizan para capturar totoaba, una actividad ilegal controlada por una red delictiva compuesta por ocho grupos vinculados a los cárteles de la droga mexicanos y de trata de personas, que utilizan el Aeropuerto de la Ciudad de México como principal centro de exportación a China, reveló una investigación encubierta de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA, por su sigla en inglés).
“Hay dos cosas que afectan a la vaquita, la pesca ilegal y el tráfico (…) Hay grupos de chinos en México asociados al crimen organizado para traficar el buche. Esta demanda es brutal, un negocio impresionante; un pescador puede recibir entre 500 y 10 mil dólares por un kilogramo de buche de totoaba. En el mercado internacional alcanza los 100 mil dólares por kilo, precio superior al de la cocaína”, señaló Lorenzo Rojas- Bracho, coordinador del Proyecto Vaquita CPR.
Cárteles involucrados
El reporte de la EIA denominado “En Peligro de Extinción. La supervivencia de la Vaquita depende de la eliminación del comercio ilegal de Totoaba”, detalla que los cárteles mexicanos administran una red de correspondencia y mensajería desde Ciudad de México, que es considerada “centro clave de exportación debido a sus conexiones de vuelos a Asia”.
Según el informe, “se les paga a mensajeros para transportar buches dentro del equipaje y los funcionarios del aeropuerto suelen ser sobornados, de acuerdo con los comerciantes chinos”.
El documento de la agencia fundada en Londres indica que durante todo el año capturan el pez, generalmente de noche para evitar ser detectados, pero se presenta un pico de noviembre a marzo.
Al respecto, Rojas-Bracho reiteró que “pescan totoaba todo el año, pero ya con la llegada migratoria de la totoaba es cuando empiezan a aumentar el numero de redes”.
Las vejigas natatorias (buches), son vendidas en forma fresca o congelada a los intermediarios chinos, la mayoría inmigrantes originarios de Jiangmen, quienes además “comercian con una variedad de productos marinos secos, algunos ilegales como caballitos de mar, aletas de tiburón y pepino de mar”, destaca el informe.
Los traficantes trasladan los buches a centros de procesamiento para secarlos en fábricas clandestinas, localizadas principalmente en Mexicali y Baja California, aunque también hay en Ciudad de México, Tijuana y Culiacán.
Una vez procesados, “los buches se mueven a través de una red de correos administrados por cárteles de drogas”, afirma la investigación de la EIA.
La última esperanza
A primera hora de la mañana el buque Narval surca el Golfo de California con el fin de extraer las “redes fantasma”, como se conoce a los equipos de pesca perdidos o abandonados en el mar donde las vaquitas mueren atrapadas.
La embarcación y su tripulación, perteneciente al Museo de la Ballena y Ciencias de Mar de Ensenada, zarpa diariamente del puerto de San Felipe desde el 10 de octubre de 2016, cuando se unió al proyecto.
La extracción de redes es un trabajo arduo. “Es una red de seda que se usa normalmente para sacar totoabas, es la que usan aquí los famosos bucheros. Tiene una luz de malla (huecos) aproximadamente de 10 pulgadas, donde es más probable que mamíferos marinos como ballenas y delfines lleguen a enmallarse porque es muy fácil que entre una aleta”, explicó Henoch Rizo, gerente de operaciones del Narval.
Como parte de los trabajos en los que también participa la organización Sea Shepherd, en 140 días de trabajo efectivo durante 2017 se han extraído 396 redes, 88 por ciento de ellas son totoaberas, informó Claudia Cecilia G. Olimón, coordinadora general de la iniciativa.
Luego de la muerte de la vaquita marina capturada por los científicos del Proyecto Vaquita CPR, el gobierno federal intensificó los esfuerzos en la extracción de las redes fantasma, pues junto con la erradicación de la pesca ilegal es la última esperanza para salvar al pequeño cetáceo.