Cientos de rescatistas, brigadistas y civiles han trabajado incansablemente para encontrar a personas atrapadas entre los escombros, después del terremoto de magnitud 7.1 de este martes 19 de septiembre.
En medio de ese barullo, los socorristas hacen una señal que llama a la calma: los puños arriba indican que hay que guardar silencio. De este modo, es posible escuchar gritos de auxilio que surgen desde los edificios derruidos.
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En zonas de desastre, filas de brigadistas —dirigidas por especialistas y diferentes cuerpos de rescate— están dispuestas para pasar de mano en mano cascajo, cuerdas, cubetas, cualquier artefacto que apresure el proceso de búsqueda.
Otros grupos se han organizado para proveer de agua y comida tanto a damnificados como a rescatistas.
Casi 24 horas han transcurrido desde que ocurrió el terremoto. Cayó la noche, pero las labores continuaron: en algunos puntos, motociclistas se abrieron paso para dirigir sus faros hacia los escombros.
Amaneció. Las labores continúan, porque la esperanza no flaquea. Un puño al cielo podría ser el precedente de una señal de vida.
[Una mujer alza el puño para pedir silenico | Foto: AFP]
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