Aunque la ONU ha señalado que las terapias de conversión pueden implicar actos de tortura, actualmente aún hay en México grupos e individuos que fomentan dichos métodos, con los que se pretende “curar” o erradicar la orientación sexual de una determinada persona.
En las últimas semanas, por su exposición en los medios, dos casos se convirtieron en tema de discusión, especialmente en redes sociales. El primero surgió a partir de una mesa de debate sobre homosexualidad, organizado en el programa Venga la alegría, de TV Azteca.
Ahí, el psicoterapeuta invitado, Everardo Macías, dijo que él se dedica a trabajar con personas que no se sienten a gusto con su orientación sexual homosexual. “No existen los homosexuales, hay personas que tienen homosexualidad. Y la persona tiene un sentimiento de homosexualidad que se quita absolutamente y la heterosexualidad se desarrolla absolutamente”, dijo.
A pesar de que los miembros de la comunidad LGBTTTI presentes en el programa explicaron a Macías que las terapias que ofrece son de conversión y, por tanto, son dañinas para sus pacientes, el psicoterapeuta rechazó los comentarios. "No es terapia de conversión, llámale como quieras, es una terapia del desarrollo de la heterosexualidad", aseveró.
El segundo caso se presentó este fin de semana, luego de que el conductor de televisión Mauricio Clark aseguró que la homosexualidad es parte de su pasado, lo cual habría logrado gracias a la palabra de Dios.
“Si me preguntas acerca de mi homosexualidad, te puedo decir que hoy la homosexualidad es parte de mi pasado, hoy retomo una vida como me hizo Dios naturalmente (...) mi sueño es ese: formar una familia, educar y sobre todo darle la oportunidad a los niños de lo que Dios me ha podido dar”, expresó el comunicador al programa Intrusos de Televisa.
A la luz de ambos casos, vale la pena preguntarse: ¿son necesarias las terapias de conversión?, ¿funcionan?, ¿cuáles son sus implicaciones?
Además de la ONU, que califica dichas terapias como actos de tortura, la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) señala que si bien existen terapeutas que informan sobre su capacidad para cambiar la orientación sexual de sus clientes, “el examen detallado de estos informes muestra varios factores que ponen en duda sus afirmaciones. Por ejemplo, muchas de estas afirmaciones provienen de organizaciones con una perspectiva ideológica que condena la homosexualidad”.
La APA —que desde 1997 se manifiesta a favor de un tratamiento psicológico libre de homofobia— sostiene que no es posible cambiar la orientación sexual y expresa su preocupación debido a que “algunas personas homosexuales o bisexuales pueden buscar un cambio en su orientación sexual a través de la terapia, a menudo como resultado de coacción por parte de miembros de su familia o grupos religiosos”.
Incluso mismos ex impulsores de las terapias de conversión han señalado que éstas no funcionan y han pedido que sean prohibidas. “La mayoría de los que practican esta ‘terapia’ a menudo lo hace con poco o ningún entrenamiento psicológico formal, operando en cambio desde una perspectiva religiosa estricta, creyendo que la homosexualidad es un ‘pecado’”, afirmaron nueve ex líderes en una carta publicada por el Centro Nacional por los Derechos de Lesbianas (NCLR, por sus siglas en inglés).
“La recuperación de la terapia de conversión es difícil, en el mejor de los casos. Algunos permanecen marcados para siempre, emocional y espiritualmente. La terapia de conversión refuerza la homofobia interiorizada, la ansiedad, la culpa y la depresión. Lleva a la autoaversión y al daño emocional y psicológico cuando el cambio no ocurre. Lamentablemente, muchos optarán por el suicidio como resultado de su sensación de fracaso. A la luz de esto, ahora estamos unidos en nuestra convicción de que la terapia de conversión no es ‘terapia’ sino que es ineficaz y dañina”, agregaron.
En junio pasado el Experto Independiente de la ONU en temas de orientación sexual e identidad de género, Víctor Madrigal-Borloz, publicó un reporte en el Consejo de Derechos Humanos con recomendaciones para los países miembros; entre ellas, un llamado a la prohibición de las terapias de conversión, mecanismos “practicados no sólo por algunos servicios de salud profesionales, sino también por miembros del clero o consejeros espirituales en el contexto de prácticas religiosas” y que resultan “perjudiciales para los pacientes y pueden causar grave dolor y sufrimiento y conducen a la depresión, la ansiedad y la ideación suicida”.
En México, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha señalado que, con base en la Constitución mexicana y la Declaración Universal de derechos Humanos, las terapias de conversión son “una forma de violencia y discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género” y agrega que dichos mecanismos “transgreden los derechos al libre desarrollo de la personalidad, a la salud, a la integridad personal y a la igualdad y no discriminación; además de que son fáctica y potencialmente dañinas al desconocer la diversidad sexual y estigmatizar la homosexualidad, contribuyendo a la persistencia de la homofobia”.
La erradicación de estas terapias es uno de los objetivos de la recién creada Coalición Mexicana LGBTTTI+, que agrupa a representantes de organizaciones de la sociedad civil en favor de los derechos de dicha comunidad. En su agenda política, presentada el 21 de marzo, la Coalición presenta como una de sus líneas de acción “prevenir y erradicar los esfuerzos por modificar la orientación sexual, la identidad y expresión de género”.
En este sentido, el diputado Germán Ralis, de Movimiento Ciudadano, propuso en diciembre pasado una iniciativa para prohibir las terapias de cualquier índole cuyo objetivo sea cambiar la orientación sexual de las personas. La iniciativa busca modificar el artículo 149 del Código Penal Federal para establecer una sanción de uno a tres años para los profesionales de la salud que incurran en estas prácticas; la propuesta también contempla suspender el ejercicio de su profesión hasta por tres años. La iniciativa, sin embargo, fue precluida.
Las terapias de conversión en el cine
Este año, los efectos de las terapias de conversión también serán denunciados en el cine, con el lanzamiento en noviembre de Boy Erased, película inspirada en la historia real de Garrard Conley.
Protagonizada por Lucas Hedges, Nicole Kidman y Russell Crowe, la cinta presentará la historia de Jared (Hedges), un joven de 19 años e hijo de un pastor de una pequeña ciudad de Estados Unidos. Tras salir del clóset, sus padres le piden asistir a un programa de conversión homosexual o abandonar su hogar.
“Te quiero, pero no concebimos verte bajo este techo si vas a ir contra nuestras creencias”, le dice su padre.
En México, el estudiante del Centro de Capacitación Cinematográfica Gustavo Ambrosio filmó en 2015 el cortometraje Están Curados en el marco del Rally Universitario del Festival de Cine de Guanajuato.
Inspirado por una nota periodística publicada en 2010 en León, Guanajuato, Ambrosio decidió llevar a la pantalla la historia de un grupo de jóvenes que, a petición de sus padres, asiste a una terapia para hallar la "cura" a su orientación sexual.
El corto se encuentra disponible de manera gratuita en el catálogo de Cinépolis Klic.
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