Un grupo de niños encuentra un cadáver flotando en las aguas turbias de algún canal. Es el comienzo de Temporada de huracanes (Random House, 2017) un relato sobre un crimen pasional que explora la frontera tenebrosa de la esencia humana.
Fernanda Melchor, considerada por el Hay Festival como una de las escritoras menores de 40 años más destacadas del país, presenta su novela en la FIL Guadalajara.
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En esta novela hay tintes de periodismo narrativo ¿cómo fue explorar este estilo?
Para mí no hay distinción entre el periodismo y la novela. Me volví escritora de ficción, escribiendo no ficción. El periodismo te brinda la posibilidad de aprender a mirar. Hay una idea errónea de que ficción es igual a mentira, cuando, en realidad, la ficción es sólo otra manera de abordar la realidad. Hasta las novelas más voladas que suceden en Marte finalmente están tomadas del esquema de las relaciones humanas, de la realidad. Lo que me interesaba en esta novela difícilmente lo iba a lograr a través del periodismo, aunque me base en una nota roja.
¿Retratas personajes muy oscuros para reflexionar sobre la violencia que sucede en Veracruz?
[OBJECT]No tengo problema en tratar esos temas, me interesan las emociones difíciles de digerir. En mis libros, incluso en mis crónicas, siempre hay una exploración de este lado oscuro porque permite reconocernos a nosotros mismos. La violencia es parte de la naturaleza humana, no hablar de ella no sirve para sublimarla. Decía Milan Kundera, parafraseando a Hermann Broch: “La novela que no muestra una parte de la existencia humana es una novela inmoral”. Siempre me ha gustado presentar a los personajes y a las personas como seres humanos con debilidades y virtudes, sin dejar a un lado los actos horribles que cometen. Quería relatar cómo en Veracruz pueden morir mujeres como moscas y no pasa nada.
¿En la construcción de estos personajes hubo una influencia de Rulfo o José Agustín?
Definitivamente con José Agustín. Cuando me piden que me ponga a leer algún fragmento de mi libro, pienso "esto es súper José Agustín con Se está haciendo tarde". Estoy convencida de que, en el fondo, todas las novelas que escribimos son homenajes a las lecturas que hemos hecho. Harold Bloom señalaba que la angustia de las influencias es, finalmente, tratar de corregir a los autores que amas. Cuanto terminé la novela y ya había pasado a imprimirse, reflexioné para qué escribí esta historia si ya está El lugar sin límites de José Donoso que igual es un ambiente rural, con personajes travestidos, la casa de putas, el machismo horrible, lo mismo pero en Chile.
Plasmas la delgada línea que hay en México entre desear a una mujer y asesinarla
[OBJECT]No sólo es en México. Los hombres deberían ponerse a pensar en ello, cómo asocian la idea de la sexualidad como inherente a la violencia, como un impulso irrefrenable. Hasta hace unos años, era una causa atenuante el deseo irresistible; el asesinato pasional es menos grave que el premeditado. Imagínate, la concepción de que el hombre debe ser violento y explosivo está en el Código Penal.
Presentas con Diego Osorno su novela Un vaquero cruza la frontera en silencio, ¿hay algún vínculo entre sus propuestas?
Lo que Diego está proponiendo es una narrativa de una zona que no tiene narrativa. No hay novelas que hablen de la frontera entre Nuevo León y Tamaulipas, lo qué significa vivir ahí. Aunque en mi caso sí hay novelas de Veracruz traté de hablar de otro entorno, del lado oscuro del trópico. No verlo como un lugar de cotorreo y de sensualidad como lo veían los chilangos, sino un lugar de mucha violencia.
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