Entre más se afecten intereses ilegítimos y se ataquen injustos privilegios, en el ejercicio de una profesión, más es el riesgo de quien los toque, de sufrir toda clase de atentados a su persona; como los diez mil abogados que han asesinado en diez años, por motivo del ejercicio de su profesión, no solamente en materia penal en donde se supondría que hay más peligro por relacionarse a veces con toda clase de delincuentes; sino también en materia familiar, civil, mercantil, laboral, etc…
Hay otras profesiones en donde el riesgo de perder la vida ilícitamente por su ejercicio, es menor; como la medicina en la que como nos dijo en conferencia el ex director de la Facultad de Derecho de la UNAM, doctor Fernando Serrano Migallón, un médico no pelea contra otro médico, ni se echa de enemigos a nadie, como en la abogacía, en donde la parte perdidosa en el litigio queda sumamente resentida.
Pero quizá la profesión, más peligrosa es la del periodismo; porque su ejercicio requiere publicar la verdad en su información, que es el máximo objetivo de esta noble actividad; pues los periódicos o la televisión se leen y se ven y oyen precisamente para conocer la realidad, los hechos objetivos que están afuera de nuestra cabeza, y que nos sirven para saber en dónde estamos parados y hacia dónde vamos, a fin de estar debidamente orientados en el tiempo y en el espacio.
Por eso, por informar la verdad, han sido asesinados134 periodistas, del 2000 a la fecha; principalmente en los estados de Guerrero, Veracruz y Chihuahua; siendo los últimos tres Cecilia Pineda, el día 2; Ricardo Monlui Cabrera, el día 19; y Miroslava Breach Velduca, el día 23, todos de marzo de este 2017, respectivamente (dos en una misma semana); por lo que México se ha ganado a pulso el séptimo lugar a nivel mundial y el primero en Latinoamérica, en asesinatos de periodistas.
¿A qué se deben esos honrosos primeros lugares? A que en nuestro país por encima del Estado de Derecho, de nuestras sacrosantas instituciones y de nuestras impolutas autoridades, está la impunidad, la falta de aprehender a los responsables penales de los delitos de homicidio de periodistas; quienes al ver que los funcionarios a nadie detienen por esos crímenes, vuelven a cometerlos, a veces con la complicidad y el encubrimiento de algunos funcionarios públicos, en el mejor de los casos, y en el peor, por su autoría intelectual.
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