Éramos pocos y Trump parió a Netanyahu

Ciudad de México /

Al principio me asusté cuando se supo de la primera conversación telefónica entre Donaldo Trump y Vladímir Putin, porque acordaron acabar con el Estado Islámico y yo creí que estaban hablando del Estado Islámico. Luego me tranquilicé porque ambos personajes parecen compartir ciertas inclinaciones por los placeres que provienen de la influencia de la industria porno (en una de esas estaban debatiendo sobre cuáles son las mejores prostitutas del mundo, si las rusas o las gringas, con la elegancia nada vulgar, falocentrista y codificadora que los caracteriza). Después me volví a poner en alerta cuando caí en cuenta de que en la encantadora Rusia putinesca, que se rige bajo la sensible lógica Porky veracruzana, acaban de aprobar una ley que permite a los maridos golpear a sus esposas, siempre y cuando no les dejen magulladuras ni enmendaduras que afeen sus hermosos rostros, así que era muy probable que el presidente ruso estuviera instruyendo a Trump en materia de disciplinar con severidad a quienes no estuvieran en concordancia en su apostolado nada kitsch del America first.

Ya ven que a través de su nueva representante en la ONU, que parece una combinación de las Ladies de Polanco, Carmelita Salinas y Margaret Thatcher, la distinguida Nikki Haley, cuyo nombre parece de protagonista de película XXX, se anunció que nadie se debe interponer en los planes de Estados Unidos, que son la nación guía y que aquellos que se interpongan aparecerán en la lista negra. Cualquier parecido de Donald con un villano de James Bond no es meramente pura coincidencia.

Quizá vamos a tenerle que pedir a la Chica material que le ponga un estate quieto al ritmo de “Bitch, I’m Madonna”, ya que ahora está denominada después de México y el New York Times (dijo el señor Bannon, principal asesor de la Casa Blanca, que la prensa debería de cerrar el hocico) como enemiga número uno del nuevo régimen trumpista y fue calificada amable y tiernamente por el presidente yanqui como “asquerosa” por sus señalamientos contra el régimen.

Cabe señalar que los aliados de Trump son pura gente de bien. Ahí tenemos al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, quien saludó el muro del güero con un entusiasmo de palmípedo, equiparando los beneficios de esta sórdida construcción con aquella que divide a los judíos de los palestinos, que casi ni es oprobiosa. Ah qué muchacho tan zalamero, a ver si no se raspó demasiado las rodillas.

Donald no es Terminator, sino Negotiator, dice Slim, pero de que es un ojete no hay duda.

En México se prepara una andanada patriótica contra Trump. A ver si cuando no los dejen entrar a Disneylandia siguen igual de machos.

jairo.calixto@milenio.com

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  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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