A mediados de 2010, en Estados Unidos inició la crisis en la industria musical con la estrepitosa caída de ventas de discos, por el aumento en el uso de servicios de distribución gratuita por internet o las copias sin autorización. Cuatro años de pérdidas millonarias motivaron el regreso de los singles, planeados en forma y fondo para vender.
El 12 de enero 2017 sonó “Despacito”, el sencillo de Luis Fonsi provocaría un fenómeno para una canción en español: 2 mil millones de vistas, la primera posición de la lista del Top 50 Global de Spotify, el número uno en 59 países en iTunes y el primer sitio de la lista Hot 100 de Billboard.
Con la colaboración del boricua y Daddy Yankee, el reguetón consolidó el éxito obtenido primero por Don Omar, Farruko, Wisin & Yandel, Nicky Jam, J Balvin o Maluma, que son criticados por hacer eco del lado más negativo del género: letras crudas y sexualidad explícita.
Esa desaprobación es irrelevante para la industria que fomenta la cultura del hit por encima de la indignación, pero también se diluye ante la respuesta de los escuchas; una de las piezas más señaladas, “Cuatro babys”, de Maluma, tiene 200 millones de reproducciones en YouTube.
“Las mujeres son las primeras fans de eso; entonces, no me cuadra, se quejan pero lo buscan. Creo que la música se divide en géneros, no en artistas. Las buenas generaciones sabemos qué queremos escuchar, pero las nuevas nacen con este registro. La culpa no la tienen Maluma ni J Balvin, es el sistema. Si algo pegó, todo lo abarcan con lo mismo”, asegura Sandoval a ¡hey!
Los Premios Juventud de este año no dejaron duda de la aceptación del reguetón, con el triunfo de sus exponentes en las principales categorías. La ausencia de otros estilos musicales es preocupante y, más aún, que las casas productoras no aceptan otras propuestas.
“Si llevas un proyecto romántico a una disquera tienes el no por delante, eso está afectando. Debe haber espacio para todo. Tengo un hijo de 19 años que no escucha ninguna rola romántica. Hay canciones que están grabadas con batería, pero te dicen que suena antiguo, es tremendo.
“Me atrevería a hacer un cambio, pero sin dejar morir lo importante: la letra, la profundidad y hacer una canción como si estuviera compitiendo por algo, que vaya creciendo con cuerdas y metales, para nosotros (los compositores) es maravilloso hacerlo”, considera Yahir.
Los cantautores creen que la gente está dispuesta a navegar en un mar de sonidos diversos y por eso posicionaron a Coldplay, Bruce Springsteen y los latinos Ricky Martin y Gloria Trevi como los mejores vendedores de boletos en 2016. Con ello en mente, Sandoval apostará por la cumbia, que “es parte de las raíces latinas, pero hecha con instrumentos, así sí vamos al urbano”, adelanta.
En tanto, Samo asegura que al igual que sus colegas, quiere seguir cantando, escribiendo y haciendo shows “sin miedo”, porque está seguro de que cada género y artista tiene su espacio. Solo expresa un deseo guajiro: “De verdad me gustaría que el reguetón le diera una vuelta y tuviera más contenido en las canciones”.
Sus orígenes
El sonido del reguetón se creó a partir del reggae jamaicano, influido por el hip hop.
Michael Ellis ideó el nombre en 1988, en la isla de Puerto Rico.
Jóvenes latinos en Estados Unidos encontraron una forma de expresión en el género, desde su aparición en los años 1990 y 2000.