Ascenso y caída de un consentido de Trump

El general Flynn pronto destacó como un activo en la campaña electoral del republicano. Sin embargo, ese valor se convirtió en unas semanas en lastre para el magnate.

En los actos electorales, Flynn pedía cárcel para Clinton.
La Aldea
Washington /

Michael Flynn, el general preferido de Donald Trump, ganó prominencia con su encendido discurso en la Convención Nacional Republicana de 2016 y con el premio que le dio el presidente al designarlo asesor de seguridad nacional.

Su caída fue aún más rápida: Trump lo despidió en menos de un mes y lo abandonó frente a una investigación penal que lo llevó a declararse culpable de mentirle al FBI sobre sus contactos con el embajador ruso.

Flynn es el primer funcionario de la presidencia de Trump acusado en la amplia investigación que dirige el fiscal Robert Mueller sobre la posible coordinación entre la campaña de Trump y Rusia. Es el primer ex asesor de seguridad nacional acusado de un crimen desde el escándalo Irán-Contras de la década de los ochentas.

El general Flynn era una presencia destacada en la carrera electoral de Trump, cuya misión era aportar prestigio en materia de seguridad nacional a un elenco con pocos nombres conocidos. En los actos de campaña y en la convención republicana encabezaba los coros de “lock her up” (“que la encarcelen”) dirigidos a la candidata demócrata Hillary Clinton.

El camino que llevó a Flynn a la corte comienza con dos sucesos el mismo día: la jornada electoral de 2016. La mañana del martes 8 de noviembre, Flynn publicó una columna de opinión en el periódico The Hill, en la que promovió ciertas posiciones del gobierno turco. Esa noche, el triunfo electoral de Trump hizo del general retirado el principal contendiente por un puesto de seguridad nacional prominente.

Semanas después, Flynn ya era asesor de seguridad nacional y el Departamento de Justicia se interesaba por esa columna como prueba posible de que su autor era un agente extranjero no registrado.

Mientras sus abogados estudiaban si debía registrarse bajo la Ley de Agentes Extranjeros, Flynn mantuvo una conversación telefónica con el entonces embajador ruso, Serguei Kislyak, que fue grabada por el gobierno y llamó la atención del Departamento de Justicia.

Agentes del FBI lo entrevistaron el 24 de enero acerca de sus comunicaciones con Kislyak y si habían conversado sobre las sanciones impuestas por el gobierno estadunidense a Rusia por su intromisión en las elecciones donde resultó victorioso Trump.

Días después, la secretaria del Departamento Justicia, Sally Yates, advirtió al abogado de la Casa Blanca, Don McGahn, sobre las discrepancias entre la versión pública de la presidencia —de que Flynn y Kislyak no hablaron sobre las sanciones— y la realidad de lo sucedido.

La Casa Blanca no tomó medidas inmediatas contra Flynn, quien pudo conservar su puesto hasta que los informes periodísticos y las inquietudes de Departamento de Justicia lo obligaron a renunciar.

En las semanas siguientes, Flynn se registró retroactivamente con el Departamento de Justicia y reveló que el cabildeo que hizo su empresa para un hombre de negocios turco, que le pagó 530 mil dólares, pudo haber beneficiado al gobierno de Turquía. Eso no les bastó a los fiscales federales y Mueller, designado en mayo, se hizo cargo de la investigación.

Las comisiones legislativas que investigaban a Flynn a principios de este año descubrieron que había recibido pagos de más de 37 mil dólares de la televisora RT, patrocinada por el Kremlin, para asistir a la fiesta de gala de su aniversario en diciembre de 2015. Fue recibido como un dignatario y sentado junto al presidente Vladímir Putin durante la fastuosa cena. La inteligencia estadunidense descubrió después que RT es un aparato de propaganda del gobierno ruso.

Flynn adquirió prominencia en los círculos de derecha como fuerte detractor de la política del presidente Barack Obama frente al terrorismo. Abogaba por una campaña más agresiva contra el grupo yihadista Estado Islámico y apuntaba sus cañones contra el islam, al que calificaba de “cáncer”.

Esos eran sus temas en la campaña electoral, los que le permitieron ingresar al círculo íntimo de Trump. Sobre todo era la voz que reclamaba el encarcelamiento de Clinton por la manera como usó un servidor privado de email para asuntos del gobierno con información reservada.

“Si yo hubiera hecho la décima parte de lo que hizo ella, estaría en la cárcel”, dijo Flynn en la convención republicana.

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