Ahora que ya asoma el verano, suben las ventas del gazpacho precocinado en los grandes supermercados del país. El verano nos trae el mejor momento, acompañado de los cuarenta grados de media, para saborear un mejunje a medio camino entre la sopa y el puré, que además del fundamental tomate, va aderezado de pimiento, cebolla, pepino, aceite, sal y vinagre.
Y España, fiel a sus propios platos típicos, se invade, con el aturdimiento del calor y las ganas de que llegue agosto para llenar los bares de la playa y vaciar los puestos de trabajo, de una especie de gazpacho en el que ningún ingrediente reina, pero sí hay uno que lo envuelve todo.
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Cataluña, el tomate de nuestra receta, podría convertirse el primero de octubre en un Estado independiente en forma de república. Esa es la pregunta que contestarán los catalanes y los residentes en esa comunidad autónoma que quieran acercarse a los colegios electorales, sin saber aún en qué condiciones.
Quizá entren los tanques por la avenida Diagonal, que da entrada a Barcelona desde Madrid, y cierren la ciudad a cal y canto. Quizá lo hagan rodeados de militares (fuerzas del estado español), quizá de Mossos d’Esquadra (policía catalana). Quizá lo hagan como si de una elección más se tratara o quizá no puedan votar porque los colegios no abran ese día para decidir el futuro de Cataluña y, por ende, el del resto de España.
Siete millones y medio de personas están convocadas a las urnas, de manera previsiblemente ilegal a esperas de un pronunciamiento del Tribunal Constitucional controlado por el partido en el gobierno. El anterior intento, que dejó la inhabilitación del ex presidente catalán Artur Mas y que estuvo plagado de improvisaciones y sinsentidos, recibió la respuesta de 2.3 millones de personas y un apoyo del 81% a la independencia.
Pero a pesar de que el tomate nos deja el plato manchado de un rojo intenso difícil de ignorar, el resto de ingredientes parecen merecer más atención por parte del gobierno nacional. El gobernante Partido Popular, del presidente Mariano Rajoy, es un experto en librar batallas desde el sofá de casa. Se bromea en España, quien sabe con qué grado de acierto, que, mientras otros se despedazan, Rajoy lee el diario deportivo y fuma un puro.
Así, Rajoy intenta que la crisis por la que pasa el contrincante Partido Socialista o la falta de empuje de los izquierdistas de Podemos, nuestra cebolla o pimiento del gazpacho, distraigan de la que debería ser la máxima preocupación de este país, que una de sus regiones quiera empezar una Historia por su cuenta.
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Y mientras el presidente catalán actual, Carles Puigdemont, junto al entrenador de futbol Pep Guardiola, convocaban este domingo a miles de personas para respaldar el referendo, Rajoy aún no se pronuncia, en una nueva clase de sofá a las que nos tiene acostumbrados.
Llegará el 21 de junio y será oficialmente verano. Con él, los bares de playa y un agosto sin actividad parlamentaria. Nadie piensa en renunciar a sus vacaciones en la sureña Costa del Sol o en la catalana Costa Brava, a la que, a pesar de todo, Rajoy mediante o no, será difícil que tengamos que entrar con visado. Sea como fuere, el gazpacho será la receta del año.
RMR