Admiración desbordada. Idolatría, se podría decir...
La Plaza de la Revolución se atasca. Aquí, donde Fidel Castro solía congregar en sus buenos años a cientos de miles de personas que lo escuchaban durante horas, no hay mucho espacio para que quepa alguien más.
La avenida Paseo, que desemboca en este enorme espacio, también está atascada de cubanos. Varias de sus cuadras están colmadas de gente de todas las edades, sobre todo jóvenes. Es el último acto masivo en La Habana para despedir las cenizas del líder de la Revolución cubana.
Los rostros lucen sombríos, algo insólito para la usual alegría que exhiben los habaneros.
Tristes, con las emociones de dolor desbordadas, los fidelistas hoy no tienen recato para llenar de frases a Fidel, su Fidel. En la tele, en la radio, aquí en las hoy sombrías calles de La Habana (usualmente bulliciosas). Lo consagran así:
-El Comandante en Jefe.
-El Comandante Supremo.
-El eterno.
-Sí, el eterno.
-El permanente.
-El héroe.
-El estadista.
-El duende mayor.
-El papá.
Sí, el padre de los cubanos, de todos aquellos que hayan nacido desde los sesentas para acá.
-El gigante moral.
-Líder de la solidaridad.
-Ángel de la guarda.
Sí, ahora Fidel Castro es el ángel de la guarda de los cubanos. Al menos de quiénes son afines al régimen castrista. Y de verdad que así lo deben creen estos cientos de miles de mujeres y hombres que quién sabe qué tienen en su ideología que al final de la jornada habrán pasado al menos seis horas de pie para escuchar a 18 mandatarios de cuatro continentes alabar a su hombre.
Como la gente de a pie, los invitados al homenaje, esos que se sientan en la zona VIP de la geopolítica mundial, esos que conducen buena parte del mundo, no escatiman en alabanzas al señor de las cenizas. Los Maduro. Los Evo Morales. Los Correa. Los Peña Nieto. Y el de China. Y el de Irán. Y el de Bielorrusia. Fueron 18 arcángeles del Dios Fidel. Él no es beato, no es santo, es un ser omnipotente y omnipresente en esta isla.
-El inmortal.
Sí, el inmortal, le llaman ya. Fidel, el señor de las cenizas, Fidel, el dios cubano...
***
Por la mañana, en la Universidad de La Habana, donde estudió Castro, donde se hizo revolucionario, según él, el ambiente era de reverencia también. Los jóvenes hacían guardias ante fotos de su héroe en las larguísimas escalinatas. Se turnaban seis jóvenes durante una hora portando tres banderas. Parecían guardias ingleses, apenas movían las pestañas.
En la Facultad de Derecho, donde aprendió leyes el abogado Castro Ruz, los estudiantes armaron una especie de altar con más fotos del caballero de la barba, casi todas de su época estudiantil. Al lado, en un muro, escribieron cientos y cientos de mensajes de pasión:
-Yo soy Fidel.
Está de moda el hashtag #TodosSomosFidel.
-Gloria al que no se plegó nunca.
-P'a lo que sea, Fidel. O sea, que a sus órdenes, porque los de las juventudes comunistas afirman que ellos tomarán el control de lo que sigue.
-Eterno comandante en Jefe
-La juventud cubana protegerá tu legado.
-Ich liebe dich, Fidel...
-Fidel eres la Facultad de Derecho...
-Eres lo más grande de la humanidad
-Je t'aime.
-Esta es tu casa y nosotros tus hijos.
Los hijos del dios Fidel, todos sufriendo...
***
A las once de la noche la Plaza de la Revolución se vaciaba. Lágrimas. Rostros tristes.
-Estamos deprimidos. No es que murió cualquier hombre, ¿me entiende? Murió Fidel. ¡Fidel! Imagine que usted viviera en la época de Benito Juárez...
Pues solo así se entiende: se les ha muerto un héroe, el héroe que conocieron, que palparon. Depresión colectiva por el hombre de las cenizas...