Ayer se cumplieron cinco años de la caída de Hosni Mubarak y el aniversario transcurrió entre la indiferencia de muchos y el miedo de otros, bajo un gobierno igualmente autoritario que efectuó numerosas detenciones en los últimos días y prohibió ayer toda manifestación.
La paradoja salta a la vista: el 25 de enero es desde 2012 el "día de la Revolución", pero ayer no fue prevista ninguna ceremonia. El poder hizo todo para impedir que se manifieste la juventud, que considera que su revolución, llamada la primavera árabe, ha sido "confiscada".
En el centro de El Cairo no hubo más que unos 10 policías vigilando la plaza Tahrir, epicentro de la protesta que echó del poder al presidente Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011, después de tres décadas de gobierno. En las calles adyacentes podían verse vehículos blindados, policías y militares fuertemente armados.
Hace cinco años, la plaza se llenó de millones de manifestantes que, animados por la caída de Ben Ali en Túnez 11 días antes, se concentraron para exigir la partida de Mubarak.
El blanco principal de su cólera era la policía, que detenía y torturaba con total impunidad. Pero también reclamaban "pan, libertad y dignidad".
El paréntesis democrático abierto en 2011 quedó cerrado en 2013 por los militares, acostumbrados a dirigir Egipto desde que se convirtió en república en 1953.
El 3 de julio de 2013, el jefe del ejército, general Abdel Fattah al Sisi, derrocó y mandó detener al presidente islamista Mohamed Mursi, primer presidente electo en forma democrática, en el poder desde hacía un año. Con este golpe, Sisi puso fin al gobierno de los Hermanos Musulmanes, acusado de incompetencia y denostado por millares de manifestantes que se echaron a las calles en su contra.
El poder desató entonces una represión implacable contra los partidarios de Mursi, que se saldó con mil 400 muertos y unos 15 mil detenidos, y luego tomó por blanco a la oposición laica y de izquierda. Sin esconderse, el propio Sisi dijo en la campaña presidencial de 2014 que ganó sin problemas, que "se necesitarán entre 20 y 25 años para instaurar una verdadera democracia en Egipto".
"Después de haber sido confiscada, la revolución ha quedado enterrada", constató ayer Karim Bitar, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) en París.
El domingo, el presidente Sisi pronunció un corto discurso, en el que elogió a la juventud como "pilar fundamental de la sociedad", días después de advertir contra la tentación de "una nueva revolución".
De entre los miles de detenidos en la represión posterior al golpe, centenares, incluyendo al propio Mursi, fueron condenados a muerte en juicios sumarios condenados por la ONU.
La organización de los Hermanos Musulmanes, catalogada como "terrorista" por el poder, llamó el domingo a "un nuevo ciclo revolucionario contra el golpe de Estado militar". El Movimiento del 6 de abril, punta de lanza de la revolución de 2011, fue prohibido y muchos de sus líderes están entre rejas por haber vulnerado una controvertida ley que limita el derecho de manifestación.
Mustafa Maher, de 28 años, que es uno de los fundadores del movimiento, ya no duerme en su casa y limita al máximo sus movimientos. En los últimos días la policía efectuó numerosos registros en apartamentos de opositores y de periodistas, y detuvo a todo sospechoso de incitar a manifestarse ayer.
Claves
Celebran a discreción
- La ausencia de los activistas en las calles no impidió celebrar el quinto aniversario de la revolución en las redes sociales, y en Egipto las cinco primeras tendencias de Twitter están relacionadas con la efeméride.
- Pese a la ausencia de importantes episodios violentos, un miembrode los Hermanos Musulmanes murió ayer en un tiroteo con la policía registrado en el barrio cairota de Kerdasa.
- Otras dos personas murieron en circunstancias similares en el distrito 6 de Octubre, vecino a El Cairo, y una más falleció en la localidad de Beni Suef.