Verónica, una inmigrante mexicana de 39 años, pidió el lunes como día libre en el supermercado en el que trabaja como cajera para informarse sobre cómo responder si las autoridades migratorias llaman a su puerta.
Humberto León, un jornalero de 41 años, no fue a trabajar en un puesto de la construcción para acudir a la misma reunión y saber cuáles son sus derechos como mexicano en EU.
Aproximadamente un centenar de inmigrantes mexicanos como ellos abarrotaron el lunes la iglesia de San Andrés en Yonkers, a las afueras de Nueva York, tras el nerviosismo debido a redadas de agentes de inmigración que se han llevado a cabo en la ciudad en los últimos días y que han terminado con la detención de 41 inmigrantes.
Las detenciones también han alcanzado cifras de 200 personas en Georgia y Carolina del Sur y del Norte, y más de 150 en Los Ángeles y alrededores, según los Servicios de Inmigración y Control de Aduanas.
En Yonkers, el cónsul Diego Gómez Pickering instó a la comunidad mexicana a mantenerse unida, no hacer caso de información falsa y denunciar casos de abuso si uno es testigo de ellos: "No hay que vivir con miedo. Eso nos hace tomar decisiones equivocadas".
Durante la reunión, el cónsul y dos de sus empleados explicaron la importancia de no abrir la puerta a agentes de inmigración a menos de que éstos lleven una orden judicial, de no firmar nada en caso de arresto sin la presencia de un abogado y de llamar a familiares para que éstos avisen al consulado.
También destacó la importancia de llamar en cualquier momento al Centro de Información y Asistencia a Mexicanos para que les sea respondida cualquier pregunta e incluso para encontrar "asesoría emocional".
En caso de deportación, Pickering dijo que es beneficioso tener vigentes documentos de identificación mexicanos y haber registrado en el consulado a niños nacidos en Estados Unidos, ya que en México podrán continuar con sus estudios.
Hernández, el jornalero mexicano, dijo que sabe de compañeros suyos que temen ir a trabajar por la posibilidad de ser detenidos por agentes federales. El inmigrante, que lleva 17 años en Nueva York, tiene dos hijos nacidos en EU y su esposa no puede trabajar porque recibe diálisis.
"Lo que más me preocupa son los niños. No sabemos cuándo y dónde nos pueden agarrar", aseguró.
Temor y confusión en LA
El pastor Fred Morris miró hacia sus feligreses el domingo en momentos en que circulaba la noticia de que las autoridades estaban deteniendo a inmigrantes.
Los fieles no sonreían como de costumbre en las misas dominicales. Miraban al piso. Muchos no fueron a misa.
"Hay mucho miedo. Es más palpable. Se esparce. La gente está aterrorizada", dijo Morris, cuya iglesia de la congregación United Methodist se encuentra en un barrio hispano de Los Ángeles.
Desde hace días que el temor y la confusión se han apoderado de las comunidades de inmigrantes, tras correrse la voz de que agentes federales estaban deteniendo a cientos de ilegales en el país.
En la misa del domingo, Morris distribuyó folletos con información sobre los derechos civiles de las personas: No abran la puerta a nadie si no tienen una orden de un juez. No hablen. No firmen nada.
Los activistas mencionan el caso de Manuel Mosqueda, de 50 años, como un ejemplo de los agentes del ICE están yendo mucho más allá.
La semana pasada agentes del ICE se presentaron en la casa de Mosqueda en los suburbios de Los Ángeles buscando a otra persona. Al enterarse de que Mosqueda no tenía permiso de residencia, lo subieron a un camión y lo mandaron de vuelta a México.
En Virginia, agentes que fueron a un departamento en busca de una persona detuvieron a todos los que se encontraban en el lugar, con excepción de una mujer que tenía un bebé en sus brazos.
En Baltimore, otra inmigrante de México, dice que tiene miedo de dejar salir a sus hijos a la calle cuando vuelven de la escuela. Considera incluso ceder la custodia, pues son ciudadanos estadunidenses, en caso de que a ella la deporten.