Con casi cuatro millones de miembros, el grupo Pantsuit Nation (La nación del traje sastre) se ha convertido en un espacio para que mujeres progresistas de Estados Unidos compartan historias personales en un país dividido por la administración del presidente Donald Trump.
El grupo de Facebook surgió en los últimos días de la campaña electoral de 2016, y sirvió para unir a las seguidoras de Hillary Clinton, ansiosas por animar a su candidata. “Como seguidoras de la secretaria Clinton, como liberales y demócratas, es muy fácil sentirse desesperanzadas y solas”, dijo Libby Chamberlain, fundadora del grupo, en declaraciones a la agencia AFP.
“Muchos de los miembros de nuestro grupo viven en comunidades o pertenecen a familias que piensan muy distinto... no pueden tocar la puerta de su vecino para lamentarse sobre lo que ocurre en el país, pero pueden venir a este espacio en línea”, indicó.
Esta mujer de 33 años dirige la Pantsuit Nation desde la habitación de huéspedes de su casa del diminuto Brooklin (Maine), un pueblo costero de 800 habitantes conocido por los botes que fabrica.
Abrió el grupo de Facebook el 20 de octubre pasado, mientras trabajaba a medio tiempo en liceos de la zona. Su idea era animar a las seguidoras de Clinton a usar pantalones —la prenda favorita de la ex secretaria de Estado— de cara a los comicios del 8 de noviembre.
En apenas un día, el grupo sumó 24 mil personas, al agregarse los amigos de las fundadoras y a éstos los amigos de sus amigos. El 5 de noviembre contaba con un millón y para el día de la elección ya eran 3.1 millones de personas.
Las fotos de mujeres exuberantes vestidas de pantalón en los centros de votación pronto cedieron paso ante los posts que expresaban rabia y desesperación por el triunfo de Trump.
En esos días, la Pantsuit Nation centró sus contenidos en la agenda conservadora de Trump, describiendo los efectos sobre la vida diaria de sus medidas, desde las restricciones a la migración hasta las reformas en el sistema de salud o la anulación de la protección a la personas transgénero.
Chamberlain se ocupa ahora de registrar a Pantsuit Nation como un grupo sin fines de lucro, para brindarle una estructura que le permita crecer más allá de Facebook. Espera contratar pronto a tres o cuatro empleados para reemplazar a algunos de los 65 voluntarios, que además de mantener la página en Facebook y otras plataformas de redes sociales apoyan a 20 capítulos locales de la Pantsuit Nation creados tras las urnas.
Chamberlain también prepara un libro de la Pantsuit Nation, a publicarse en mayo y que le ha valido muchas críticas por supuestamente vender las historias de otras personas.
Se trata de un momento crucial para la Pantsuit Nation, pues sentar las bases de una organización puede ser un enorme desafío, opinó Linda Fowler, profesora en Dartmouth College. “Contar esas historias es importante y mucha gente las tiene. Pueden seguir haciéndolo, pero no tendrán impacto político a menos que las acompañen de una agenda y una estrategia para lograr metas específicas”, aseveró.