Park Geun-hye, la primera mujer en presidir Corea del Sur, desde febrero de 2013, y que alcanzó gran popularidad en su meteórica carrera política, fue despojada de su cargo tras ser implicada en un escándalo de corrupción.
El pasado de Park está marcado por la tragedia. A su madre la mataron en un atentado en 1974, a su padre le disparó un viejo amigo a bocajarro en 1979 y a ella le hundieron una navaja en la cara en 2006 mientras pronunciaba un discurso electoral.
Con sólo 22 años ocupó el cargo de primera dama, cuando su madre fue asesinada tras un fallido intento por matar a su padre, Park Chung-hee, quien encabezó en 1961 un golpe de Estado.
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El padre de la ahora destituida presidenta se mantuvo en el poder hasta finales de los años 70, cuando fue asesinado el 26 de octubre de 1979 por el director de la Agencia Central de Inteligencia Coreana.
La joven Park Geun-hye salió entonces a codazos de la Casa Azul y durante un tiempo quedó al margen de todo.
En 1997, Park retornó a la carrera política con su incorporación al Gran Partido Nacional (GNP), o Saenuri, y fue elegida diputada un año después. Asumió la vicepresidencia y, más tarde, la presidencia del instituto político.
Tras el intento frustrado de presentarse como candidata presidencial del GNP en 2007, lo logró en las elecciones presidenciales de 2012 con una victoria aplastante en las primarias.
En la campaña electoral, se labró una imagen de candidata inmune al nepotismo y a los escándalos de corrupción familiares, alegando que no le quedaba ningún familiar a quien proteger ya que era soltera y no tenía hijos.
Antes de las elecciones presidenciales de 2012, Park condenó cualquier abuso que se pudiera haber cometido durante el gobierno de su padre y pidió disculpas a los familiares de las víctimas, aunque añadió que el golpe de Estado fue "la mejor opción en una situación inevitable".
Park tomó posesión de su cargo como decimoctavo presidente en la historia moderna del país hace cuatro años, tras obtener la mayoría en las elecciones generales celebradas en diciembre de 2012.
Durante los primeros tiempos como presidenta, Park, de 65 años de edad, fue considerada un icono incuestionable de los electores conservadores, pues les recordaba a su padre, quien es visto como el gobernante que aceleró la industrialización surcoreana.
Sin embargo, Park enfrentó una crisis política el pasado mes de octubre, cuando estalló el escándalo de corrupción en el que está involucrada junto con Choi Soon-il, amiga íntima suya desde hace muchos años.
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El enojo y la decepción contra Park se desataron por permitir a Choi, una ciudadana particular sin ningún cargo público, inmiscuirse en los asuntos nacionales desde la sombra e influir en el nombramiento de funcionarios gubernamentales en su beneficio personal.
Los jóvenes surcoreanos nunca se sintieron cómodos con la hija de un dictador presidiendo el país.
Hoy muchos de sus defensores piensan que ha traicionado el legado de su padre, al dejarse manipular por una consigliere sin cargo oficial. Como mar de fondo está el descontento con su estilo de liderazgo: imperial, frío y alejado de la gente.
AFC