Para sus seguidores sigue siendo el mejor presidente de la historia de Brasil, pero Luiz Inacio Lula da Silva está ahora a un paso de acabar en la cárcel por una condena por corrupción.
Nadie refleja hoy mejor la tragedia política en la que se encuentra el gigante sudamericano que Lula da Silva, artífice del despegue político y económico brasileño en la década pasada y a la vez acusado de participar en tramas corruptas en más de media docena de casos.
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El ex mandatario de 72 años polariza las opiniones de sus compatriotas: Lula es favorito en los sondeos para las elecciones presidenciales del 7 de octubre con un 36 por ciento de los apoyos, aunque al mismo tiempo genera un profundo rechazo en un 40 por ciento de los brasileños, según las últimas encuestas.
Mientras los más pobres recuerdan el éxito de sus programas sociales, las clases medias y altas no le perdonan las acusaciones por actos corruptos durante sus gobiernos.
El antiguo líder sindical podría acabar en prisión en breve y a estas alturas parece seguro que Lula no será candidato. El juicio contra el ícono de la izquierda deja sin embargo un país enormemente dividido, en el que la reconciliación parece cada día más difícil.
"El problema de ellos ahora no soy soy, el problema de ellos son todos ustedes", clamó Lula esta semana en un acto público frente a miles de seguidores en Río de Janeiro.
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El carismático Lula se convirtió en enero de 2003 en el primer presidente de origen obrero de Brasil. Al simbolismo se sumó luego el éxito real de gestión: durante los dos mandatos de Lula (hasta diciembre de 2010), el gigante sudamericano se colocó entre las potencias mundiales tras sacar a millones de personas de la pobreza gracias a un "boom" económico sin precedentes, basado sobre todo en los altos precios del petróleo.
Con Lula, Brasil se afianzó en el grupo de las principales naciones industrializadas del mundo, el G20, y pasó a formar parte del BRICS, el foro de los cinco países emergentes más importantes.
Lula nació en 1945 en el seno de una familia pobre en Pernambuco, en el noreste brasileño, y llegó de niño a Sao Paulo, a donde sus padres emigraron para buscarse la vida. En la voraz metrópoli industrial el futuro presidente empezó a trabajar aún adolescente como tornero en una fábrica.
El joven operario se convirtió ahí en uno de los líderes del pujante movimiento sindical que plantó cara a la dictadura militar (1964-1985). Y en 1980 fue uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT), que habría de convertirse en las décadas siguientes en el partido de izquierda más grande de América Latina.
Después de haber sido diputado por Sao Paulo, Lula fue tres veces candidato presidencial antes de salir electo al cuarto intento. El líder del PT, curtido en las virulentas luchas sindicalistas, sorprendió a todos cuando tendió la mano al empresariado para impulsar el crecimiento económico tras asumir la presidencia. Al mismo tiempo, creó programas sociales como el emblemático "Bolsa Família" para auxiliar a las clases más necesitadas.
El "lulismo" ganó pronto seguidores en América Latina como alternativa de éxito a modelos de izquierda populistas como el liderado por Hugo Chávez en Venezuela.
EB