Los paseos turísticos también nos llevan al pasado. Sumergirnos en escenarios de historia viviente nos permiten ver, entender, oler y sentir los entornos de civilizaciones que hace siglos dejaron de existir.
Cada año, el encanto de las zonas arqueológicas en el territorio mexicano atrae a un promedio de 16.5 millones de visitantes nacionales y extranjeros; la mitad de ellos en busca de complementar, con algo de cultura, tal vez una visita a alguna de las hermosas playas que México ofrece.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tiene catalogadas alrededor de 50,000 zonas, aunque solo 189 están abiertas al público. Se encuentran dispersas, prácticamente, en el territorio nacional, a la espera de visitantes interesados en conocer el vasto acervo cultural de México.
Estos vestigios representan una gran oportunidad para diversificar la oferta nacional, aunque se “requiere planeación y respeto tanto del patrimonio tangible como intangible de los sitios para lograr un desarrollo sustentable”, comenta Adriana Aguilar Gallardo, subdirectora de Turismo Cultural de Sectur.
En este nicho, Sectur solo se encarga de promocionar los destinos. Los casi 200 sitios precolombinos disponibles hoy son operados y preservados por el INAH.
Y aunque tan solo las playas de Cancún, Acapulco y La Riviera Maya reciben más visitantes que todo el universo prehispánico que hoy está abierto al público, Adriana Aguilar señala que el turismo arqueológico debe aprovecharse mejor, no solo para divulgar la cultura nacional sino como detonador de la economía de las comunidades aledañas a estos lugares.
Las zonas arqueológicas per se no son un negocio ni están abiertas con ese fin; sin embargo, son un poderoso imán para atraer visitantes. Samara Reyes, directora de Turismo del Ayuntamiento de San Juan Teotihuacán, enfoca sus esfuerzos en crear experiencias que provoquen a los visitantes estancias más largas en el lugar.
“Todos piensan que con más de cuatro millones de visitantes al año que entran a la zona arqueológica, la derrama en el pueblo es enorme, pero los visitantes que gastan o pernoctan no llegan ni a 5%”.
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De hecho, agrega Reyes, “por muchos años la derrama era casi de cero, porque la visita a las Pirámides de Teotihuacán se vendía como una extensión de la estancia en la Ciudad de México, así que el gasto se quedaba en los hoteles y restaurantes de la capital. Hemos evolucionado y desde hace dos años somos Pueblo Mágico”. San Juan Teotihuacán comparte esta declaratoria con San Martín de las Pirámides.
Motores ancestrales
Las zonas arqueológicas más visitadas del país son Teotihuacán, en el Estado de México; los vestigios mayas de Chichén Itzá y Tulum, en la península de Yucatán; Palenque, ubicada en Chiapas, y el Templo Mayor, en pleno corazón de la Ciudad de México. Estos son los cinco destinos que concentran 90% del turismo extranjero.
- Zona arqueológica de Palenque, Chiapas.
Otra zona arqueológica que puede detonar económicamente su entorno es Ichkabal, en Quintana Roo. Situada a 40 kilómetros de Bacalar y descubierta hace un par de décadas, promete detonar inversiones hoteleras e inmobiliarias por 1,000 millones de dólares (mdd) en los próximos 15 años.
Los cálculos pertenecen a la Secretaría de Turismo del estado, que ve en Ichkabal la oportunidad para reposicionar la ruta arqueológica de la zona y equilibrar el desarrollo entre el sur y el norte de la entidad, así como detonar la inversión privada y pública.
De inicio, el gobierno estatal firmó un convenio con el INAH que incluye una inversión por 11 mdp por parte del gobierno federal con la finalidad de dotar al lugar de infraestructura turística y servicios.
Asimismo, se han destinado 9 mdp más del Programa de Desarrollo Regional Turístico Sustentable y Pueblos Mágicos (Prodermagico) para colocar señalética e infraestructura para acceder al sitio, que aún está en fase de exploración por parte del INAH.
El paso a paso
El protocolo para abrir al público una zona arqueológica es largo y de tiempo indeterminado. Algunas veces pasan décadas antes de que un sitio esté listo para los visitantes, explica Pedro Sánchez Nava, coordinador de Arqueología del INAH.
Una zona arqueológica debe cumplir tres requisitos: “Estar lo suficientemente explorada para ofrecer información valiosa a los visitantes; garantizar que la tenencia de la tierra esté a favor de instancias municipales o del instituto, y que la infraestructura garantice la conservación del sitio y cumpla con su función didáctica y turística”, indicó el especialista.
Una vez abiertas, estas zonas requieren de un plan de manejo estricto, que implica mantenimiento, dotación de servicios para el visitante, señalética adecuada y la constante renovación conforme se encuentran nuevas evidencias. “Es común que solo se abra una parte mientras se sigue explorando en otras áreas”, señaló Sánchez Nava.
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El precio de los boletos apenas ronda los 70 pesos y los domingos es gratis para los mexicanos y extranjeros residentes. Los bajos ingresos y el alto costo de mantenimiento de las zonas hace imposible pensar en un modelo de negocio autosustentable.
Al contrario, para estudiar sitios prehispánicos, preservarlos y volverlos espacios turísticos, se requiere de la contribución de varias instituciones e inversionistas privados. “El mantenimiento recae de primera instancia en el INAH y una partida del presupuesto del instituto, además del apoyo de Sectur y otras instancias gubernamentales —municipales y estatales—, así como de algunos organismos privados interesados en el estudio y exploración de los hallazgos”, comenta Sánchez Nava.
- Edificio de la zona de Chichén Itza.
Las nuevas zonas
Aunque la apertura de Ichkabal se pospuso indefinidamente, el INAH planea abrir próximamente las puertas de otras cinco zonas arqueológicas:
- Rincón Colorado, Coahuila
Se trata de un sitio paleontológico —el primero en México que se abrirá al público— con vestigios del periodo Cretácico, que datan de hace 72 millones de años.
Diseminados en sus nueve hectáreas, Rincón Colorado tiene una alta concentración de restos de dinosaurios, entre ellos hadrosaurios (con pico similar al de un pato), ornitomímidos (parecidos a una avestruz) y dos especies descubiertas en la región: el velafrons coahuilensis y el coahuilaceratops magnacuerna (con cuernos en la cara).
- Arroyo seco, Guanajuato
- Cerro del Teúl, Zacatecas
Ocupado por más de 1,800 años, este asentamiento se ubica al extremo sur del valle de Tlaltenango y constituye uno de los sitios monumentales más grandes de la región. Habitado por los caxcanes, el lugar tiene una gran cantidad de construcciones, entre ellas los vestigios del antiguo Teulinchan, formado por una serie de plazas y patios, hechos a partir de la nivelación de terrazas naturales que presenta el cerro; tiene también un Juego de Pelota.
- Las Ventanas, Zacatecas
También región de la cultura Caxcana, esta zona arqueológica se ubica en la comunidad de El Remolino, en el municipio de Juchipila, y toma su nombre de las construcciones de los caxcanes, quienes colocaban sus casas en los acantilados para aprovechar las proporciones del terreno. En la cima del cerro se ubica la Gran pirámide y el Patio central. El módulo de Las Ventanas exhibirá, también, algunos entierros y objetos de cobre y concha que fueron recuperados durante la exploración.
- Mixcoac, CDMX
Está ubicado al poniente de la ciudad, en la zona de San Pedro de los Pinos. Se trata de un pequeño centro ceremonial dedicado al dios mexica de la caza: Mixcóatl, que se presume fue construido en 1550.
Entre las estructuras que se aprecian está un basamento grande, construido con piedras bola de río, volcánica y rojiza de la zona de Tenayuca. Esta estructura da nombre al Centro Cultural La pirámide, edificado a unos metros del lugar.
Mientras el INAH trabaja para descubrir, rescatar, explorar, investigar y documentar nuevos fragmentos del diverso mosaico cultural de nuestro país, los municipios receptores esperan que la apertura de su riqueza histórica traiga bonanza a su región; sin embargo, hace falta mayor compromiso para ofrecer a los visitantes experiencias turísticas enriquecedoras que los inviten a gastar, recomendar y volver.