La llegada de Donald Trump como candidato a la presidencia de Estados Unidos no es una sorpresa. Pudo haberse llamado de distinta forma, tener otro peinado o diferentes prejuicios, pero era cuestión de tiempo para que un aspirante con discurso polarizante y extremo estuviera tan cerca de vivir en la Casa Blanca. El fenómeno Trump puede justificarse con el desgaste de las instituciones democráticas y el auge del autoritarismo a nivel mundial, pero habría que apuntar, también, a factores internos del desarrollo estadunidense para darle sentido al podio en el que se ha subido Trump. 2016 es cosecha de varios factores políticos, económicos y sociales sembrados cuatro décadas atrás.
JOS