Las amenazas que como país vamos a enfrentar a partir del próximo viernes son reales y no deben observarse solamente como un hecho político, diplomático o personal. Lo que viene afectará a la seguridad nacional, por lo tanto a la seguridad interior y por lógica a la seguridad pública.
México debe estar preparado para enfrentar retos de seguridad interior.
El escenario es grave. Los efectos del aumento en el precio de la gasolina ya se sienten; la inversión extranjera está detenida hasta esperar cuáles serán las políticas que adopte contra México el hombre más poderoso del mundo. Los procesos electorales tanto de este año, como el federal de 2018, dividen al país en varias fracciones, aun y a pesar de que oficialmente todavía no comienzan.
El blindaje que debe tener el país solamente lo puede construir México. La promulgación de la ley de seguridad interior dará certeza y fortaleza a todos los mexicanos, ya que un ambiente económico por mucho peor al que vivimos actualmente producirá un mayor deterioro en el tejido social.
Por lo anterior, es inaplazable y urgente la creación de una ley de Estado —no de fuerzas armadas— que no releve ni circunscriba las funciones de las autoridades civiles, debido a que los efectos de lo que se avecina impactarán en todos los ámbitos de gobierno.
La criminalidad y la violencia se han convertido en el eje de todos los males que aquejan a México, por ello es inaplazable y urgente crear una ley que señale la gradualidad en el empleo de las fuerzas del Estado; una ley de seguridad interior que establezca las obligaciones para los tres órdenes de gobierno y que regule la actuación de soldados, marinos y pilotos.
No se trata de otorgar una patente de Corzo que produzca impunidad o facultades extraordinarias. La impunidad en México es un círculo vicioso entre la inacción gubernamental y la acción de las organizaciones criminales, quienes sabedoras de la falta de leyes y penas reales día a día se fortalecen generando un deterioro de país nunca visto.
Una ley de seguridad interior no sirve para dar poder ilimitado a las fuerzas armadas. Sirve para fortalecer a las instituciones cuando éstas queden rebasadas por fenómenos inminentes como el que, todo pareciera indicar, podemos vivir.
No es una ley de partidos.
Es de Estado.
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@elibarrola