Nada puede reparar 3 años de injusto encarcelamiento: Jacinta

El Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa tiene pendiente la resolución sobre la reparación del daño para Jacinta; ella no piensa en dinero, sino en que su historia no se repita.

Jacinta Francisco Márquez, de 50 años, vende frituras afuera de la escuela primaria de Santiago Mezquititlan.
Rosalía Solís
Ciudad de México /

Estar presa te cambia la vida y no hay reparación del daño que sirva, afirma Jacinta Francisco Marcial, indígena otomí que estuvo encarcelada tres años acusada de secuestrar a seis agentes de la extinta Agencia Federal de Investigaciones (AFI).

"Estoy feliz (de estar libre), pero como que ya no es lo mismo de antes (...) En esos tres años cambió mi vida, tanto a mí, tanto a mi familia, ya no es lo mismo de antes", expresa.

Piensa en los fines de semana y las vacaciones en los que no pudo estar todo el día con su familia, pasando el tiempo, comiendo gorditas o quesadillas. Recuerda especialmente a José Luis, el quinto de sus seis hijos, quien murió en un accidente seis meses después de que ella salió de prisión.

"(Me perdí) de muchas cosas, estaban chicos mis hijos, los tenía en la primaria y uno tenía en la secundaria, y tenía uno en bachilleres, entonces su graduación no estuve con ellos (...) Ahora yo quisiera que pudiera yo estarme esos tres años con mis hijos", lamenta.

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En agosto de 2006 Jacinta fue acusada, con Alberta Alcántara y Teresa González, de secuestrar a seis agentes de la AFI en un tianguis de Santiago Mexquititlán, Querétaro, tras un supuesto operativo antipiratería realizado cinco meses antes.

Una fotografía del operativo realizado el 26 de marzo, difundida en un medio local, en la que Jacinta aparece viendo lo que ocurría, fue utilizada como prueba en su contra.

Las tres indígenas fueron recluidas en el Centro de Readaptación Social Femenil de San José el Alto. Fueron sentenciadas a 21 años de prisión y al pago de 2 mil días de multa.

Estuvo presa tres años y un mes, en los que sacó fuerza de Dios y su familia.

"Lloraba mucho, me hizo ser fuerte cuando llegaban mis hijos, me decían que me veía bien. Yo me agarraba de Dios, de Dios, no había de otra".

El 15 de septiembre de 2009 recobró su libertad por las conclusiones de no acusación presentadas por la PGR (desistimiento).

"El delito del que me acusaron no era cierto, yo demostré que no eran cierto", afirma. Y pese a la injusticia en su contra, Jacinta no siente rencor.

"No, de eso nada, como seres humanos todos a veces cometemos errores. De que tenga rencor, no, nomás le pido a Dios que no vuelva a ser y que ellos reconozcan que sí cometieron el error".

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Jacinta volvió a su pueblo, Santiago Mexquititlán, donde se dedica a vender helados, paletas y a veces dulces afuera de las escuelas.

Cuando salió de la cárcel no quería reparación del daño, solo estar con su familia.

"La reparación del daño no se puede, porque no me pueden recuperar los tres años (...) Eso nunca se me va a quitar porque se me quedó en la mente, no nada más yo sino a mi familia".

Ahora piensa diferente.

"Yo nada más pensaba en mí, no pensaba en otras personas, en otras compañeras, veo que hay muchas que están injustamente (presas). Ahorita no nada más pienso en mí, sino que pienso en otras personas para que puedan defenderse", afirma.

"Lo que hago es pedir justicia, no importa que me den o no me den (indemnización), que los agentes o las autoridades no vuelva a suceder otros casos iguales", señala.

En la posible indemnización ni siquiera piensa.

"En ese dinero nunca he pensado, en ese dinero ni he pensado qué puedo hacer ni qué. Nunca he pensado de tener así mucho dinero, yo he pensado en lo que yo venda, con que no me falte la tortilla en la casa".

El Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa (TFJFA) pospuso la audiencia en la que deberá resolver si procede la reparación del daño para Jacinta.

Los abogados del Centro Pro, que asumieron su defensa en 2008, piden además de una indemnización, que se investigue y sancione a los responsables de que Jacinta estuviera presa, reconocimiento público del error, una disculpa y medidas de rehabilitación.

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