Durante 20 largos minutos, el presunto asesino de Mara Fernanda Castilla pensó qué haría con la joven de 19 años, dormida en el asiento trasero del vehículo de Cabify.
Las imágenes del video de una cámara de seguridad muestran que Ricardo Alexis Díaz llegó a la unidad habitacional donde vivía la estudiante y tras detener el auto, encendió la luz interior de la unidad y volteó a ver a su pasajera.
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Sin embargo, algo zumbó en la cabeza de Ricardo Alexis, quien volvió a encender el automóvil y avanzó. A pocas calles del domicilio de Mara entró a un Oxxo y compró cigarros. Adelante estaba el motel donde la asesinó, pero se siguió de largo.
Minutos después, dio vuelta en U para circular por la misma avenida Sur 11. Más adelante, cambió de ruta nuevamente y dio una segunda vuelta en U. Ya rondaba el motel. Entonces decidió entrar con Mara aún dormida.
Pese a ser un motel y poder entrar con el auto hasta la habitación, Ricardo Alexis salió del coche para pagar. Un empleado se acercó para levantar la pequeña pluma de acceso y trató de observar dentro del vehículo. Era su trabajo. Miró o intentó mirar, pero los vidrios laterales polarizados se lo impidieron.
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El Chevrolet Sonic, placas UAY 6418, pertenece a la madre del presunto asesino. Él lo trabajaba y de esa forma se ayudaba económicamente. No había nada extraordinario en su historia. Tenía un empleo, vivía con su pareja hasta el martes pasado cuando fue detenido por supuestamente matar y abusar sexualmente de Mara.
En la bitácora del hotel están anotadas sus placas, en las imágenes de sus cámaras aparece su rostro. En el registro que entregó por la mañana el personal de limpieza del motel consta, efectivamente, que faltaban una sábana y una toalla. En el cuarto había huellas de sangre.
El rastro que siguió la policía poblana termina ahí, en el hotel. Ricardo Alexis reparó en algo grave para él: llevaba un teléfono con GPS que podía ser rastreado, al igual que el de Mara. En ese punto el conductor de Cabify apagó el aparato y su huella satelital desapareció.
Lo que sigue en esta historia lo tuvo que deducir la policía. Si bien el sujeto fue detenido el martes 12 de septiembre en su casa de Tlaxcala —donde se hallaron pertenencias de Mara, incluido su teléfono—, nunca aceptó su culpabilidad.
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En su declaración espontánea del sábado 9, aseguró que fue la propia Mara quien le pidió dejarla unos metros antes de su domicilio. Mintió. Pronto se detectaron sus contradicciones y fue detenido.
Sin embargo, faltaba un elemento fundamental del caso: el cuerpo. Las autoridades poblanas trazaron entonces varias rutas que el conductor pudo seguir tras dejar el motel. La más lógica era el Periférico Ecológico, que lleva kilómetros adelante a un paraje cercano a Santa María Xonacatepec.
Hasta ahí llegó el jueves una brigada de 100 agentes de la procuraduría local para una diligencia. Ese día no hubo éxito, pero la labor continuó al siguiente. Tras horas de búsqueda, en una hondonada, hallaron el cuerpo de Mara. La joven tardó seguramente meses, años quizá, en decidir su traslado a Puebla para estudiar Ciencias Políticas. Su victimario decidió el futuro de ambos en 20 minutos.
Repudio en redes por el asesinato de Mara
En Twitter, cientos de personas han manifestado su repudio por el asesinato de Mara con el hashtag #TodasSomosMara.