En México no hay políticos ni gobernantes de la calidad y tamaño de Benito Juárez, afirmó su tataranieta, Rosa Elena Sánchez Juárez.
Durante su visita a Oaxaca, donde participó en un acto de la Academia Nacional de Historia y Geografía, lamentó que el legado de Benito Juárez se haya perdido a lo largo de tiempo, ya que políticos y gobernantes modernos no han entendido el mensaje de su ancestro.
Por ejemplo, consideró que no percibe el mismo patriotismo ni amor que tuvo su tatarabuelo para el país, al recordar que fue él quien trabajó para forjar la República.
Rosa Elena aseguró que hoy los únicos intereses de los políticos modernos son ganar y enriquecerse a través del cargo público, cuando su tatarabuelo predicaba la austeridad y exigía a los gobernantes vivir en la medianía de sus posibilidades.
—En este proceso electoral, en el que se van a elegir a diputados, senadores y presidente, se habla mucho de lo que representó Juárez, incluso visitan Guelatao, su tierra natal, para realizar actos políticos, ¿ve entre los candidatos a un Juárez moderno?
—No lo veo en definitiva.
—¿Ni Andrés Manuel López Obrador?
—No, ellos toman el legado juarista, su bandera, pero están lejos de alcanzar su estatura política.
Rosa Elena Sánchez Juárez explicó que no está de acuerdo con lo que reflejan actualmente los políticos. En su opinión, solo ven por el beneficio propio y no de la nación.
En ese sentido, consideró que en la actualidad hace falta un Benito Juárez, alguien que tenga los ideales del ex presidente de la República.
“Antes que nada Juárez fue patriota, estuvo por encima la patria antes que su propia familia; entonces, sí. Hace falta un Benito Juárez, hace falta alguien con sus ideales”.
México, detalló, tiene el gobierno que se merece, ya que hay falta de participación y una apatía por parte de la ciudadanía par que mejorten las cosas.
También afirmó que el mexicano es muy dado de ver la paja en el ojo ajeno, y lo que se debe hacer es ver qué cambiar en nosotros mismos.
De Oaxaca ddijo que afortunadamente ha cambiado, ya no es el mismo que observó en 2006, cuando vio un estado golpeado, lastimado y abandonado por los excesos y abusos de sus gobernantes.