“Soy y seré por siempre un chico raro”, afirma Del Toro

La prolija carrera del cineasta se inició en 1986, cuando rodó el cortometraje “Doña Lupe”, y llega hasta hoy con “La forma del agua”.

Eduardo Gutiérrez Segura
México /

La pasión de Guillermo del Toro por el cine inició en la infancia. A los 8 años filmó con la cámara Súper-8 de su papá sus juguetes de El planeta de los simios e ideó una historia de una papa, asesina serial, que mató a su mamá y hermanos porque tenía el sueño de conquistar al mundo y al salir de su casa era atropellada; por sus ideas, considera el realizador, siempre será “un chico raro”.

“Dirigí antes incluso de saber que lo que hacía se llamaba así, soy (y siempre seré) un chico raro. Mi mente no funciona completamente en el mundo real, todos los días tengo que abstraerme en un lenguaje de fábulas y monstruos para comprender el significado de lo que me rodea.

“Interpreto el bien y el mal de la vida a través criaturas y parábolas que me ayudan a comprender quiénes somos”, dijo el jalisciense.

“Cómo podemos darle sentido a esta vida que tenemos. Lo más grande para mí es un hombre, cuyo trabajo estudié hasta el punto de escribir un libro, cuando tenía 27 años: Alfred Hitchcock; me inspira por la honestidad tan dolorosa que pone en sus películas, acerca de la forma en la que ve el mundo, peligroso y oscuro”, dice Del Toro a ¡hey!, vía electrónica.

En 1985, Guillermo iniciaría formalmente su camino cinematográfico como productor ejecutivo en la película Doña Herlinda y su hijo, de Jaime Humberto Hermosillo; un año más tarde debutaría como director, guionista y productor en el cortometraje Doña Lupe, del que guarda un nostálgico recuerdo de su amor por hacer cintas en México, a pesar de su actual triunfo en el cine mundial.

“Estoy extremadamente agradecido por la vida y la carrera que tengo, pero si me hubieras preguntado a los 25 años: ‘¿qué tipo de películas quieres hacer?’, eran las mexicanas.

“Sí, quería filmar historias de fantasmas en pequeños pueblos de México o adaptar novelas que describen al país como una tierra mágica y oscura como lo hacía Juan Rulfo o Agustín Yáñez.

“Me gustaría regresar y hacer películas sin grandes presupuestos; me siento muy orgulloso de los diálogos que escribo en español, como se pude ver en Cronos (1993) o aún más importante, el cortometraje Doña Lupe, que tuvo una producción muy pobre de 2 mil pesos y así luce, pero un guion genial; amo a los roles, porque reconozco mi voz en ellos”, explicó el cineasta.

De aquel 1986 ha pasado mucho en la trayectoria audiovisual del tapatío, por mencionar algunos trabajos, La hora marcada (1988), Mimic (1997), El espinazo del diablo (2001), Hellboy (2004), El laberinto del fauno (2006), Titanes del pacífico (2013), La cumbre escarlata (2015), hasta llegar a la laureada La forma del agua (2017), que le valió ya el Globo de Oro y el Bafta a Mejor director.

En franca carrera por alzarse con el máximo galardón de la cinematografía hollywoodense, el Oscar, el compromiso de Del Toro sigue siendo el mismo que el de aquel niño jalisciense con cámara en mano: “Estoy muy orgulloso que nunca; hasta el día de hoy, he emprendido una película en la que no creo completamente.

“Hasta el punto en que a veces sacrificas la vida personal, la salud y, sin duda, el tiempo que tenga en esta tierra para crear estas pequeñas historias con la esperanza de que algunas personas las encuentren conmovedoras”, abundó Guillermo.

Este domingo La forma del agua contenderá en 13 nominaciones por la estatuilla otorgada por la Academia a lo mejor del cine, incluidas las categorías de Mejor Director, Mejor Actriz y Mejor Película.

CLAVES

OBRA CUMBRE

El American Film Institute seleccionó la cinta La forma del agua como una de las 10 mejores películas del año.

Una adaptación novelizada de la película, escrita por Guillermo del Toro y Daniel Kraus, se lanzó ayer.

El filme cosechó su primer éxito en el 74º Festival Internacional de Cine de Venecia, donde recibió el León de Oro a Mejor película.

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